Capítulo 5: Él.

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Verena

«El que hace lo que siente, gana aunque pierda»

Marlon sale con su maletín en manos y cierra su puerta con seguro. Maldita sea, hubiese entrado, pero igualmente tengo que buscar una forma de apagar las cámaras.

—¿Ya estás terminando?

No respondo y sigo trabajando.

—Recuerda que soy tu jefe y me tienes que responder cuando yo lo diga.

—Si le hace feliz, no —estrujo mis ojos, me duelen por llevar seis horas aquí sentada—. Solo he llegado a más de la mitad. ¿Satisfecho?

—Un poco sí, y no tendré ni un poco de compasión. Por mí te quedas ciega, pero terminarás ese trabajo.

—Usted es un jodido cruel.

La recepcionista aparece y frunzo el ceño al ver su mirada lobuna, a punto de quererse comer a su presa.

—¿Nos vamos, señor?

—Espérame abajo.

—Pero...

—¡Qué bajes!

Da un respingo y se apresura. Este hombre no puede ser más animal al momento de tratar a la gente, es una bestia.

—Con qué la recepcionista ¿eh? ¿No puede calmar su calentura?

—¿Celosa?

Suelto una risotada.

—¿Celosa de quién? ¿De ella? Por Dios, mejor váyase y déjeme sola.

Deja un pequeño papel en mi escritorio y lo agarro, es un número de teléfono.

—Por si extrañas que te joda, ahí está mi teléfono
—bufo—, me voy, me están esperando.

Sí, que se vaya a la mierda.

Al pasar de unos tres minutos, me incorporo de la silla y veo por los vidrios del edificio como el idiota ese se va con su secretaria en su auto deportivo. Ugh, ellos se van a disfrutar mientras yo estoy aquí, encerrada.

Y lo peor es que no puedo salir sin terminar, los guardias no me van a dejar. Bueno, lo harán, si es que renuncio.

Sé que Marlon me está poniendo a prueba, soy
como su hámster de laboratorio. Pero aquí el experimento terminará siendo él.

Tomo mi teléfono y decido llamar a mi madre. Mis
padres ni siquiera me han mandado un mensaje para saber cómo estoy, pero ya estoy acostumbrada, no se acuerdan de mis cumpleaños desde los quince.

—¿Hola? ¿Mamá?

—¿Qué quieres? —masculla— Déjame dormir, niña.

—¡Espera! Es que... no podré llegar a casa porque Marlon me dijo que trabajara toda la noche.

—¡Me cuentas después! —hago una mueca triste— ¡Déjame dormir qué me da mal humor!

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora