Acto 2

186 20 11
                                    

—¿Por qué?

—¿Y por qué no? —dijo divertido.

—Shaoran, ¿qué es lo qué ganas con esto?, ¿acaso soy un especie de juego o reto a cumplir?

—Sí, pero no de la índole que piensas, es un reto personal para mí el poderte ayudar, pero..

—¿Pero qué? —Su voz se empezó a quebrar.

—Quiero protegerte. —Acaricia con dulzura su rostro y coloca su cabello tras su oreja.

—¿Y si acaso soy yo la qué no quiere ser protegida? —Mantuvo contacto visual con él.

—Entonces me dirás que me vaya, y yo lo respetaré, lo haré, aunque me afecte más de lo qué crees —dijo en tono serio.

—Pero… ¿por qué?, ¡No me conoces!

—De hecho sí te conozco. —Sonríe.

—No es verdad, no me mientas, no me hagas sentir mal, no me hagas pensar que realmente te importa… —Su voz comenzaba a quebrarse.

—No lo hago, realmente me importas, genuinamente quiero protegerte, quiero que estés bien, y que seas feliz, quiero ser yo quien provoque esa sonrisa tuya que me encanta tanto.

—¿Podrías por favor abrazarme con fuerza?, creo que me dará un ataque de ansiedad. —Comenzó a inhalar con dificultad.

—Por su puesto mi niña.

—Shaoran —dijo con su cara clavada en su pecho. Gracias por protegerme, realmente sí lo necesito. Pero por favor, no seas tan enigmático, me confundes.

—Haré lo que haga falta mi niña, lo haré por ti. —Beso la frente de la muchacha.

Después de algunos minutos en los que ninguno se separó, Sakura escuchaba atentamente el palpitar del corazón de Shaoran, esa rítmica melodía que le emanaba paz y quietud en un momento tan estresante; el sentir el cuerpo de él, junto con su calor y el armónico sonido que emitía su corazón, hicieron en ella una necesidad inquebrantable de jamás dejar al hombre atada a su cuerpo.

—¿Aún quieres mi regalo?

—Sí. —Comenzó a reír.

Le alzó con ternura su rostro para observarla mejor, le regaló una dulce sonrisa, tomó la mano de la muchacha y la encaminó a la estantería para que pudiera observar los títulos que habían. Pasó el tiempo viendo como corría de un lugar a otro con una montaña de libros, parecía una niña en juguetería, se acercó a ella y la rodeo con sus brazos por la cintura mientras apoyaba su barbilla en su hombro, ella quedó pasmada y al mismo tiempo fascinada con la acción hecha por él.

—Mi niña, falta que vayamos a comer algo, no demores tanto, ¿sí? —Susurro a su oído.

—M-me llevó estos —respondió titubeante.

—Perfecto, yo pago. —Le guiño un ojo.

Sakura se quedó inerte en su sitio, con toda la cara colorada, y el corazón a punto de escupir por la garganta por lo fuerte de su latir. Quiso tranquilizarse, respiraba profundo y exhalaba con más fuerza, lo estaba logrando, pero al alzar su mirada y ver como la cajera le coqueteaba descaradamente al hombre que la ponía así, le provocó un sentimiento nunca antes suscitado, infló los cachetes de rabia, se acercó rápidamente con él; odio la idea de que existiera alguien que le hiciera caso, que alguien más quedará extasiada por él, ¡y cómo no hacerlo! Shaoran era un hombre muy guapo, con sus ojos color miel, cabello castaño, piel morena clara, una sonrisa seductora, un porte gallardo, además de la altura que tenía lo hacían perfecto.

Quédate conmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora