Acto 32

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—Tienes que decirle.

—Eso no hará que nada cambie.

—¿Y callarlo sí?

—Es que no lo entiendes.

—¿Qué se supone debo entender?

—Ya no puedo aferrarme a la gente, ya no puedo hacer de él mi refugio, ya no, hace mucho me prometí ser yo quien fuera un apoyo para los que me importan.

—Entonces según tú es un error decirle que lo amas.

—Él sabe que lo amo, pero sí, es un error decírselo, no necesita que le recuerde que ya no estamos juntos.

—Eres todo un drama mujer, y las cosas no cambiaron contigo con los años.

—Lo sé —dijo en tono de puchero—,aunque sabes una cosa. —Sonríe.

—Hmm.

—... —Susurra.

—Espero que tengas razón.

Los días fueron transcurriendo, estos eran apacibles y tranquilos, totalmente diferentes a como lo había visualizado Touya, si bien era cierto que se experimentaba una gran apacibilidad no quería bajar la guardia en ningún momento, pues lo último que quería era que todas esas personas que le importaban pasaran por eso. 

—Li, ¿puedo hablar contigo?

—Te escucho Reed.

—Sé cuáles son tus intenciones con ella, sé que esperas acercarte nuevamente, pero de mejor manera, lo sé, pero —se pone nervioso—, pero quisiera pedirte algo, es muy importante para mí. —Jadea un poco.

—¿Reed, qué te sucede? ¿Estás bien? ¿Llamó a un doctor?

Niega con la cabeza. —Quiero que está vez sí la cuides Shaoran.
No es que te diga te hago entrega de, porque Saky no es ningún objeto, pero la dejo en tus manos, por favor cuida bien de ella.

—¿Esto tiene qué ver con haber roto con ella y las visiones?

—Sí.

—¿Qué va a suceder?

—No puedes interferir.

—¿Te parece qué soy particularmente de los qué intervendrían a tú favor? —dijo con sarcasmo.

—Ja ja ja, tendré un accidente, será después del cumpleaños de Tomoyo, todo comienza a raíz de la llegada de Kurogane, después vendrán mis amigas y mi hermano… Sakura, ella, pasará por muchas confusiones, después de mi accidente ella sufrirá mucho, y más por… —vuelve a negar con su cabeza—, no debo decir de más.

—¿Te recuperarás?

—En mi visión no veo más, pero hable con mi madre, ella confirmó mi muerte.

—¿Estás seguro?

—Es una mujer enigmática, pero nunca se equivoca. —Sonríe con un dejo de tristeza.

—Ruego a los dioses qué está vez sí.

Touya alzó la mirada sorprendido por las palabras de aquel castaño, sabía en perfección que no era algo que aquel hombre diría, sin embargo agradeció que tuviera buenos deseos para él.

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