Acto 15

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Aquel castaño asintió felizmente por las palabras dichas por su amada, salieron de la ducha, y arreglaron; verla de esa manera provocaba en él el deseo de que esa fuera siempre su realidad en la cual ambos compartieran sus vidas, anhelaba con fuerzas el día que tuviera el valor para pedirle esa propuesta tan importante en la vida de ambos, si bien él quería vivirlo lo antes posible, no dejaría que su absurdo egoísmo hiciera a un lado las meta y sueños de su más grande amor, esperaba que ella cumpliera también aquello que quisiese, es por ello que constantemente guardaba en su corazón la promesa con él mismo que un día, quizás.

Al salir de la habitación de ese hombre, sus ojos lo dijeron absolutamente todo, la enorme caja color verde y del otro lado otra pequeña caja. No sabía bien qué decir o hacer, hacía años no tenía esa clase de sorpresas en su vida, no desde que se había ido de la casa de sus padres, sin percatarse de lo sucedido, las lágrimas comenzaron a inundar su rostro, ¿era tristeza quizás, o felicidad por los hechos? Lo cierto era que se sentía amado por una chica que le demostró con una simple sonrisa lo que significa dar el corazón.

No perdió más el tiempo y la abrazó con gran fuerza, besó con enorme efusividad su frente, sentía lo especial del momento, se sentía especial por ser él el protagonista de tan hermoso gesto, la chica a su lado lo halo con suavidad para poderse acercar a sus presentes primero le extendió la caja pequeña donde yacía el pastel, ese castaño la miró absorto pues noto que la tarta era hecha en casa, sonrió muy feliz y lo sacó de la caja, la decoración con chocolate fue de su agrado, pues sin lugar a dudas le fascinaba tal manjar.

Le dedicó una sonrisa complacida, la castaña mordió su labio inferior con una sonrisa, estaba feliz porque fuera del agrado de su novio, se acercó al sofá para tomar la caja de color verde, se la extendió al hombre y al él tenerla en sus manos noto el gran peso que está tenía. La miró con extrañeza mientras ella seguía sonriendo, le hizo un gesto para darle a entender si podía abrirlo, ella asintió repetidamente muy emocionada, al quitar la tapa y ver lo que era, Shaoran no pudo evitar dar pasos atrás de la sorpresa y conmoción que sentía.
«¿Cómo es qué sabes?»

La chica frente a él se acercó a tomar su mano, y comenzó a explicarle con dulce tono de voz.
—Hanagemaru-san me contó que había una espada en la casa de tu padre que era tuya y que por todo no pudiste tomar, intente investigar cómo era, lamentablemente no lo conseguí y aunque sé que no es idéntica al menos quiero que tengas algo que te haga sentir mejor con esa situación.

Aquel castaño la miró fijamente con un gesto amable, era ella todo lo que soñaba, era absolutamente perfecta, era más que eso, era jodidamente incomparable, su aura, su esencia, su alma era única, le dolía el pecho de pensar en que podía perderla para siempre por cualquier idiotez suya.
No quiso seguir pensando en eso, el solo hecho de que existiese como posibilidad le hacía mella, la abrazó fuertemente, besó su frente una vez más mientras acariciaba sus rosadas mejillas.

—Gracias mi niña hermosa, gracias.

—Me alegra haberte hecho feliz Shao. —Le sonríe.

Ambos castaños unieron sus frentes, se miraban fijamente, sonreían, era un momento especial, era sin lugar a dudas un sueño hecho verdad.

—Eres increíble princesa, muchas gracias.

—Fue todo un placer.

—Ya casi es hora de irnos, te llevo, ¿vale?

—No, hoy decidí quedarme todo el día contigo, sabía que te darían el día en el despacho. —Sonrió.

—Fue Dragón —sonrió con sorna, está bien mi niña, tú ganas.
Pero, quiero que salgamos a comer, ¿te parece?

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