Acto 3

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—Lo más sensato será que esperemos a tu cumpleaños.

—¿Shaoran?

—Cuando tengas dieciocho, no se verá como lo es ahora.

—¿Y cómo es ahora?

—Mi niña, se ve que quien saca provecho de esto, soy yo.

—¿Y con los dieciocho mágicamente cambiará ese concepto? —dijo incrédula.

—Ja ja ja, no princesa, no cambiará, pero podrás abogar por tu mayoría de edad. Además, no me sentiré tan mierda por inducirte a esto. —Sonríe.

—Comprendo... —dijo apenada.

—Aunque, si te soy sincero, quisiera besarte una vez más. —Tomo el rostro de la chica.

Aquella jovencita de ojos como el jade, le quedó mirando embelesada, con un suave rubor en sus mejillas y un palpitar estruendoso de su corazón.

Anhelaba la sola idea de poder sentir sus labios sobre los suyos, y no quiso esperar dos tortuosas semanas más; se acercó de a poco, pero Shaoran le ganó.

Él pegó con desesperación sus labios a los de la chica, comenzó a besarla con pasión y deseo, introdujo su lengua mientras la danza de sus labios se acoplaban a la perfección; cada suspiro que salía de ella era un deseo cumplido para él, la sinergia que experimentaban sus bocas hacían pensar que lo hubieran hecho toda la vida, que sus almas se conocían de tiempos antiguos y que era el destino, lo qué los unía una vez más.

Cuando se separaron y vieron sus ojos llenos de brillo, las mejillas rojas, llenos de jadeos por la situación, sonrieron un poco avergonzados.

—Podremos hacerlo nuevamente en dos semanas, y ahora no habrá nada que se interponga, ¿verdad? —dijo jadeando.

—No lo sé mi niña, pero vale la pena intentarlo. —Le sonrió.

—Shaoran... Yo... Creo qué —bajo su mirada, me... Me gustas. —Tapó su rostro con sus manos.

—Entonces te lo pediré formalmente en dos semanas. —Susurro a su oído.

Alzó su rostro viendo fijamente a Shaoran, no le importó que su rostro brillará en un tono rojizo, jadeaba con asombro por sus palabras.

«¿Cómo es posible qué puedas hacer esto, tan sólo con el sonido de tu voz?»

Sonrió con nerviosismo, y se limitó a asentir repetidamente con su cabeza, la voz no le salía, pero sus expresiones tanto faciales como corporales denotaban lo feliz que estaba con las palabras expresadas por el castaño que no dejaba de mirarla fijamente.

—Será mejor que me vaya mi niña, no creo que sea buena idea que estemos los dos solos...

Aún sin poder emitir su voz confirmó con su rostro; acompañó a Shaoran a la entrada, le extendió una tarjeta con su número telefónico personal, para que se pudieran mantener comunicados, Sakura seguía sonriendo y se avergonzaba un poco; antes de irse, tomó la mano de la chica y dejó en ella un suave beso, al levantarse y mirarla sonrió seductoramente y le dijo:

—Te veré pronto mi dulce princesa.

Al entrar a su apartamento suspiró con gran fuerza, sonrió para sí mientras mordía su labio inferior, comenzó a acariciar sus labios, extrañando aquel hermoso beso, y recordando lo que sintió con cada roce de su piel con la suya; se dirigió a su habitación y se dejó caer abrazando fuertemente su almohada quedándose dormida.

En la habitación contigua se encontraba un emocionado Shaoran, anhelaba que el tiempo fluyera con mayor prisa, deseaba que llegará el momento en el que podría demostrarle completamente su amor a aquella jovencita tímida e insegura, que justamente el destino puso en su vida, y no solo en ella, sino también junto a ella, literalmente al lado de ella.

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