Acto 35

70 4 22
                                    

Shaoran miraba fijamente a esa jade a su lado; teniendo una lucha interna entre sus sentimientos y sus razones, era consciente del gran amor que le profesaba, pero ya no quería simplemente ser él, su versión arrebatada, llena de pasión y de irracionalidad, anhelaba ser mejor para ella, porque a pesar de todo esa jade seguía siendo su único motivo para querer mejorar, encontrándose con una enorme barrera que aquella castaña había creado, pues no quería simplemente ser su motivación para cambiar, quería que él hiciera lo necesario por él y nadie más, creando ese conflicto interno en su ser sobre qué voz escuchar, la voz del corazón qué le decía a mil voces que la abrazara, besara y volviera a enamorar, o la voz de la razón qué le explicaba qué nada era como antes, qué ella había madurado y hasta cambiado, qué no era un sentimiento mutuo y debía respetarlo, siendo su amigo.

Entre tanto vaivén mental y de emociones terminó con un fuerte dolor de cabeza; apretó con gran fuerza su tabique nasal y cerró los ojos, suspiraba con profundidad y exhalaba por la boca, «ya déjate de jodas y actúa como el hombre que se supone eres o en este caso deberías ser, ¡ya fue suficiente! ¿Cuánto más esperas romperla? Actúa como tal, hombre, actúa como el Shaoran de treinta y cuatro años que eres».

—¿Otra vez el Shaoran racional versus el Shaoran pasional?

Giró su rostro en su dirección algo sorprendido, pues no esperaba que ella lo percibiera, o siquiera mencionara, sus ojos se le inundaron de lágrimas dando una leve sonrisa ladeada:
—Siempre ha sido así mi… Sa-Sakura.

Alzó su rostro al cielo y suspiró con gran fuerza. —Ah, entiendo que te gane la costumbre, no me molesta, pero prefiero que no me llames así, aún lástima, aún me duele. Y más por… —negó con su rostro—, no importa.

—¿Y más, por qué?

—Ya déjalo Shaoran —dijo con voz neutra.

—Quiero que seas sincera, que dejes de ocultarte en tu coraza, que hables conmigo de frente como antes no lo hiciste.

La castaña lo miró fijamente con gran sorpresa en su rostro, tenía la boca entreabierta y en sus ojos se vislumbraba terror, incapaz de emitir sonido alguno de su garganta, tragando grueso, dejando a relucir sus emociones con el blanqueo de su piel.

—Siempre corriste con Reed, nunca me decías todas las cosas, me ocultabas información que realmente era crucial para ambos, y pese a todo nunca te lo reproche, pero ya no quiero que vuelva a ser lo mismo, quiero que seas sincera conmigo, que me puedas buscar a mí también y no solo a él… Más porqué el problema es él.

—¿Siempre lo supiste? —dijo en un susurro, cabizbaja, y los ojos llorosos—, ¿por qué me dejabas hacerlo?

—Por qué tú hiciste esa barrera, cuando Reed y tú se hicieron amigos, es verdad que a todos los querías por igual, pero te aferraste a él de una forma diferente, sí bien Ling era tu mejor amiga, Reed la sobrepasaba por mucho, siendo solo la voz que estabas dispuesta a oír.

«Yo provoque que él lo odiara, al final fue mi culpa… Yo lo aleje».
Sakura se quedó callada, sus lágrimas bajaban a chorros de sus ya no tan brillantes ojos esmeraldas, sintió el dolor de ese hombre, pero también sintió el suyo propio, creándole confusión con su sentir, estaba segura de amar a Touya con todo su ser estando dispuesta incluso a acceder a ya no estar juntos, pero descubrir las cosas que hizo mal, le removieron la conciencia, pues tuvo todo en bandeja de plata y fue lo suficientemente incapaz de mantenerlo.

—No te estoy reclamando nada —dijo con tranquilidad—, no soy quien para hacerlo, solo no quiero que arrastres esa actitud muy tuya del pasado, al ahora.

—Aún me dueles —se quebró su voz—, y no porque pienses que tengo sentimientos románticos, es porque no he podido superar que estés ahora aquí, conmigo, cuando yo quería, anhelaba que nunca te fueras, recordándome todo el dolor que tuve que atravesar, sintiéndome incapaz de salir de ese hoyo. Yo tampoco te estoy reclamando nada, pero tu presencia me duele de una forma que no sé explicar.
También, me nace disculparme contigo, actúe de formas muy hirientes, te hice sentir que no eras importante para mí, cuando en realidad lo eras todo, siempre fuiste solo tú —se rompía con más agudeza su voz—, pero tenía miedo de decepcionarte, de que al final te aburrieras de mí, y que me terminarás abandonando, y como Touya no tenía pretensiones conmigo ni yo con él, sentía que no había problema sí le pedía ayuda.

Quédate conmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora