Acto 42

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Los instantes en los cuales Sakura escuchaba aquel timbrado de ese teléfono se hicieron eternos, agónicos, demostrando inquietud, escuchar la gruesa voz de aquel hombre le proporcionó la paz que sus ojos no fueron capaz de mantener pues se inundaban casi al instante en que ese castaño respondió.

—Perdóname que te llamé, pero realmente te necesito —dijo entrecortada, pues estaba todo menos tranquila.

¿Preciosa qué sucede? —tomó su saco y portafolio saliendo en dirección al ascensor de aquel edificio de abogados en el cual trabajaba—, ¿Dejaste las llaves en el departamento de Tokio?

Sí —respondió con un tono barrido en su voz y con los ojos acuosos—, están en la cocina, por favor Shaoran.

Tranquila, ya voy. —Colgó.

Aquella morena vio como ese castaño se iba sin decir absolutamente nada, abrazó esa carpeta que llevaba en sus brazos con mayor fuerza, pues tenía un mal presentimiento del porqué de su repentina ida, quedándose inerte, incapaz de seguir caminando, giró su rostro al fondo donde se encontraba la oficina de la única persona que la podría entender sin decir alguna palabra, al conectar su vista con ese hombre de ojos carmín como los suyos, sintió una leve paz mientras él la miraba con una dulce sonrisa que lograba ruborizarla, sin percatarse poco a poco se fue acercando con ese hombre, suspiró un poco antes de poder ingresar a su oficina pero antes de que ella le dijera algo él ya le estaba respondiendo.

—Sí lobo se fue como alma que lleva el diablo es por Cerezo —fijó sus ojos nuevamente a esa joven—, ella debió llamarle, además recuerda que ellos viven juntos otra vez, la duda aquí es ¿Por qué te preocupa? —le dijo con una inconmensurable calma.

—Me dio un escalofrío, pero no sé si fue por Li o por Sak.

—Llámala, serciorate.

—Sak es mi mejor amiga, siempre está dispuesta a apoyarme en todo, incluso a lo que no le pido ayuda, pero ella no busca a nadie que no sea Tou… —Dudó.

—Piensas que Lobo es el nuevo Touya.

Asiente. —Creo que sí.

—¿Y es malo? —preguntó con gentileza.

—Es extraño, ni cuando tuvieron algo ella pedía su ayuda, es… Extraño.
Pero… Quiero que ella sea feliz, quiero que deje de querer a Touya, que no se enfrasque a un amor que no puede ser, y sí está es la forma, yo, yo lo acepto, solo no quiero que Li la vuelva a lastimar.

—Creeme dulzura, el Shaoran de ahora no es el mismo que conociste, Cerezo me lo había dicho ya, solo que no le creí, él la sabrá cuidar. —La abraza.

Esa joven abogada sonrió manteniéndose acurrucada en los cálidos brazos de ese hombre al cual amaba con gran locura.

Shaoran iba llegando a su viejo apartamento de Tokio, entró corriendo al ascensor y al salir de él lo mismo sucedió hasta topar con la puerta, abrió el inmueble e ingreso, prendió la luz, por algunos instantes su corazón latió con enorme nostalgia, sonriendo y sintiéndose terrible, pero no había tiempo de recordar el pasado, pues Sakura lo necesitaba, vio aquel bol de cerámica donde ponían las llaves, tomó las que necesitaba y salió nuevamente dirigiéndose al estacionamiento, se colocó el casco encendió la motocicleta y salió hecho una furia en dirección al instituto donde esa chica trabajaba.

Habían pasado escasos cuarenta y cinco minutos, Shaoran entraba corriendo a donde ella estaba, al verla no pudo evitar ir a abrazarla y besarla, acciones que Sakura no rechazo, es más hasta buscó realizar, ella no le dijo nada, la tomó de la mano y ambos salieron, Shaoran le ponía el casco a la jade mientras se montaba a su vieja motocicleta, una vez listos se marcharon a gran velocidad, solo que no precisamente a su departamento, ese hombre se la llevó al templo Tsukimine pues creía firmemente que necesitaba el consejo de alguien más que la podría ayudar.

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