Acto 8

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Ese grupo de jóvenes resultaba un misterio muy grande para todos a su alrededor, desde pequeños siempre se vieron envueltos en situaciones poco usuales que hacían que llamasen la atención más de lo usual, al venir de una ciudad muy tradicionalista eran muy notorias esas cosas. Pero a ellos nunca les importo la relevancia que pudieran generar; hicieron un pacto en el cual serían una familia, y siempre estarían juntos dispuestos a todo para nunca tener que alejarse como hacía ya tantos años atrás les tocó vivir con un miembro de su pequeño grupo.

—Sak, ¿te parece si vamos a tu casa a la salida?

—Sería muy bueno Meimei, pero ¿podría ser mañana?, el día de hoy tengo planes —respondió tímida.

—Ya veo, sí no hay problema.

—Yo llevo el postre —dijo Rika.

—En ese caso yo llevaré el té —añadió Yukito.

La chica de ojos verdes se alegro tanto de sus nuevos amigos, se sentía parte de ellos, pensado en querer mejorar sus pensamientos, queriendo sacar lo mejor de sí, evitando caer en el pánico de sus ideas que la autodestruían y provocaban en ella un estrés constante, quería pensar de mejor manera, ser más positiva al tema, que nada la podría vencer, pero era cierto que sus propios demonios le jugaban chueco muchas veces, haciéndola menguar en sus decisiones, permitiendo que dejará olvidados sus sueños donde no la podrían lastimar. Al menos era lo que se repetía sin cesar…

Creyó que sus pensamientos se quedarían ocultos para sí misma, pero no divisó que era observada por un chico de tez morena, ojos castaños y cabello del mismo color, que tenía su mirada fija en ella, ¿cuáles eran las intenciones del mayor de los Reed?, es verdad que todos experimentaron un gran asombro al percatarse que Touya era cautivado por la chica recién llegada, pero más allá de las preguntas obvias en todos rondaba la misma ¿qué acciones tomaría? Sabía y era consciente que la pequeña de ojos jade no estaba disponible, pese a eso se quedó observándola con gran obstinación.

Touya Reed era muy bien conocido por sus amigas y hermano, no era de los que hablaba bonito, no era muy sociable, era bastante serio, hosco, y muy molestoso, pese a eso conocían bien su corazón, el cual contaba con un gran apego a sus seres queridos, una lealtad inquebrantable, siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitará, buscando demostrar su afecto con acciones más allá de solo decir palabras bonitas.

—Ella te gusta enserio, ¿verdad Touya? —preguntó gentilmente su hermano.

—Ya sé que es estúpido, no la conozco, es una completa desconocida, además exsiste ese sujeto, ¿eso no tendría qué ser peso suficiente para qué yo desistiera? Y aún así me encuentro sumamente atraído por ella. Yuki, ¿ya estoy loco?

—No, no lo estas, eres consciente de todas las cosas en absoluto, solo que esta vez le estas haciendo caso a tu corazón, recuerdas qué mamá siempre decía que “para conseguir algo siempre has de renunciar a algo del mismo valor”.

—¿Y a qué viene eso ahora?

—Entiéndelo Touya, estás sacrificando tu razón por tu corazón. —Le sonríe.

La mirada perdida del castaño lo decía todo, se daba cuenta del peso que generó las palabras dichas por su hermano y recordar que su madre siempre lo recalco, le hacían tener en cuenta que no eran palabras vacías, no obstante ¿estaría dispuesto ha hacer ese sacrificio por ella?

Las dudas en él lo invadían, deseaba encontrar las respuestas antes de realizar cualquier tipo de acción, pero, y sin percatarse de cómo es qué llegó estaba ya sentado justo al lado de ella, en el aula que sería designada para tomar sus clases. Al principio ninguno dijo nada, haciendo caso omiso a la situación, sin embargo las cosas no se quedaron mucho tiempo así, pues fue Touya el que dio el primer paso.

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