21. El gremio

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¡Tenía que ser una broma! Hasta hace una horas habían estado aún preocupados por la recuperación de Azazel y cuando estaban más o menos tranquilos, ¡bam! sucedió esto. Lucifer y Nash habían desaparecido frentre a sus ojos sin que ninguno de ellos lograra hacer nada para evitarlo. Bueno, Kian sabía que no hubiera podido hacer nada de todos modos, aunque eso no quitaba la impotencia que sintió al ver a ambos desvanecerse en el aire. Sin duda aún estaba alucinando con todas las cosas que sucedían alrededor de aquel peculiar grupo.

—¿Qué en nombre del cielo fue eso?— preguntó el arcángel Miguel pasándose ambas manos en la cabeza logrando que su cabello se alborotara un poco.

—He enviando a algunas de las muertes a buscarlos— dijo Samael con los ojos cerrados. Sus manos estaban apretadas en puños. —Esperemos que eso sea de ayuda.

Gabriel por su parte solo de quedó derrotado contra la pared. Su vista clavada en el suelo y una expresión tan culpable que estrujaba el corazón de cualquiera. Debía ser difícil saber que un juego, un intento por diciplinar a su hermano terminara convertido en un embrollo tan grande.  Pero ya no tenía sentido lamentarse por ello. Eso no cambiaría las cosas. Era mejor actuar, solo debían calmarse y centrar todos sus pensamientos en…

Kia Jadeó cuando sintió el familiar escalofrío, la sensación que precedía a las visiones o lo que demonios fuera. Dió un paso atrás, tambaleándose y de no haber sido por Brogan Keller, con quién chocó, se hubiera caído al suelo. El ex soldado la sostuvo por los hombros.

—Hey, chiquilla, ten cuidado…

Pero Kia ya se estaba deslizando lejos. Sus ojos se pusieron en blanco mientras su boca caí ligeramente abierta. Las imágenes empezaron a correr a toda velocidad, solo pudo captar unas cuantas. Un libro viejo forrado en piel, un círculo en el suelo hecho con sangre. Ahí estaba Armand Stone quien sin importar que aquello fuera una visión, le provocó una sensación de miedo y desconfianza. La siguiente imagen mostraba el enorme complejo que conformaba el gremio. Había demonios. ¡Belial! Con sus trajes elegantes y su mirada astuta. Había sangre, habitaciones grises, cadenas. Ojos negros, irices rojos, furia…. Nash, gritos, dolor, miedo. Muerte.

Destrucción.

Gritó saliendo del trance, está vez ni siquiera Brogan fue capaz de evitar que cayera sentada sobre su trasero jadenado, las náuseas agitandose en su garganta. Había visto a Nash con la mirada vacía, sin vida. Eso fue suficiente para causarle una sensación de terror tan absoluto que por varios minutos no pudo hacer más que llorar y jadear por aire. Fue hasta que Miguel se arrodilló a su lado y le colocó una mano en la frente que por fin pudo serenarse lo suficiente. Todos estaban reunidos a su alrededor, incluso el perro de Brogan que se sentaba muy cerca con las orejas caídas y un aire preocupado en su perruno rostro. Hasta Daen  tenía un pequeño ceño fruncido entre sus cejas.

—¿Fue una visión?— preguntó Gabriel con suavidad. Ella solo pudo asentir. —Sobre Nashville y Lucifer, supongo.

Otro asentimiento. Tomó aire tratando de calmar sus hipidos, los demás guardaron silencio esperando a que estuviera en condiciones de contarles lo que había sucedido. Las visiones que había tenido desde que todo aquello emepezó a veces eran ambiaguas o muy confusas cuando las estaba viendo. Pero por alguna razón al momento de querer contarlo, era como si su cerebro lo tradujera y lo volviera coherente. Por eso no le sorprendió cuando empezó a hablar y pudo dar una explicación que tuviera sentido.

—Vi a Nash. Creo que fueron invocados de alguna manera. Había un círculo con muchos símbolos extraños, fue dibujado con sangre. También estaba un libro, viejo, muy viejo, de piel. Vi a Armand Stone y...Belial.  Ellos definitivamente están trabajando juntos.

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora