Extra 5: Un amigo

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Miguel estaba tratando de no reírse porque, buen señor, los niños a veces eran implacables cuando se les metía algo en la cabeza

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Miguel estaba tratando de no reírse porque, buen señor, los niños a veces eran implacables cuando se les metía algo en la cabeza. Y eso era justo lo que estaba pasándole con aquella pequeña niña. Se trataba de una de sus alumnas de segundo grado, su nombre era Wendy Carson.

Todo había empezado una semana atrás cuando ella se acercó con gesto serio para entregar la tarea que les había dejado a principios de semana. Por lo general Wendy siempre sonreía mostrando la falta de uno de sus dientes delanteros, pero ese día algo era diferente y Miguel lo supo porque no pudo evitar leer su aura para tratar de averiguar por qué Wendy mostraba esa expresión. Se topó con ella estaba llena de una determinación impresionante, también muchos nervios y Miguel solo pudo preguntarse a qué venía eso.

—Profesor Madow— había dicho ella con seriedad, colocando sus manos sobre la superficie del escritorio de Miguel luego de entregar la carpeta con su tarea—. Ha estado dándonos clase desde principio de curso y en ese tiempo he tenido la oportunidad de conocerlo. Creo que es una persona increíble y un adulto muy amable. También es un buen profesor.

—Vaya, gracias Wendy. Me alegro de haber creado una buena impresión en ti, también creo que eres una persona increíble y una buena alumna —. No mentía. Wendy era muy responsable y tenía mucha bondad. Siempre tenía palabras amables para sus compañeros.

—Me alivia saberlo — ella carraspeó y luego sonrió y se sonrojó—. Es bueno porque hoy tengo una proposición que hacerle.

—Te escucho.

—Quiero invitarlo a salir…

—¿Qué? — Miguel se había quedado sin palabras, buscando la mejor forma de decirle que aquello no era adecuado por muchas razones, siendo la principal que él era un adulto y Wendy una niña que recién había cumplido los ocho años. Pero la niña se apresuró a agregar:

—¡No conmigo!— su rostro estaba rojo como un tomate—. En realidad quería que saliera  con mi papá.

—Oh. Wendy, lo siento. Eso tampoco es adecuado, no puedo salir con los padres de los alumnos, lo dice el reglamento de la escuela. Y aún si se pudiera, yo estoy en una relación con alguien más.

—Lo sé— Wendy se había removido de manera ansiosa—. No me refiero a que salga como un novio, sino como un amigo. Es que no sé a quién más pedírselo. Papá trabaja demasiado desde que mamá no está con nosotros. Sus amigos se han alejado de él porque siempre dice que no tiene tiempo y…yo solo quiero que él se relaje y dejé de parecer tan solo y estresado. ¿Podría usted invitarlo a salir como un amigo nada más? Solo quiero que lo lleve a dar una vuelta.

—Wendy…

—Puede mentir diciendo que solo quiere hablarle de mi y de mi progreso en clase. Yo sé que no está bien pedircelo a usted, pero no conozco a otro adulto que me de tanta confianza.

Y eso había hecho doler el corazón de Miguel, la desesperación en su rostro, la esperanza de que le diera un poco de alivio a su preocupación. Podía sentir el amor que Wendy sentía por su padre y que esa era la razón por la que estaba yendo en contra de su nerviosismo para plantarse frente a Miguel y pedirle su ayuda.

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora