44. La oscuridad

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No le gustaba matar ángeles

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No le gustaba matar ángeles. En el fondo sabía que a cierto nivel eran sus hermanos, pues todos eran obra del mismo creador y del universo. Pero tampoco podía dejar que esos ángeles dañaran a quiénes le importaban. Por sobre todo no podía dejar que llegaran hasta Gabriel y Nashville. Era esa la única razón por la que no dejó que su conciencia lo frenará a la hora de ensartar una espada en en el hombro del ángel femenino. Ella gritó y se echó para tras, golpeando su espalda contra la pared mientras le veía con un rastro de horror inundando su expresión.

Trató de no darle importancia, pero se sintió mal de todos modos, la manera en que todos esos ángeles lo veían, como si fuera un fenómeno. Ellos no tenían derecho a juzgarlo, porque no lo conocían, no sabían nada de él. Elyon tenía claro que era diferente a lo que debería. Como Serfín tendría que estar en el cielo, junto a  los demás ángeles de su rango, con un compañero que también tenía que haber sido serafín. En cambio estaba en el plano existencial humano y su compañero era Gabriel, el que alguna vez fue un arcángel.

—¿No ves lo que está pasando aquí?— dijo el ser divino al que acababa de atacar. Si no se equivocaba ella era una Principado—. Estás poniéndote del lado de tus enemigos.

—No. Estoy del lado de mi familia— se defendió. Las seis alas se agitaron tras su espalda con molestia—. Son ustedes quiénes han venido a amenazarnos, solo estoy defendiendo lo que es mío.

—¡Ellos no son tu familia!— gritó con sus ojos adquiriendo un resplandor dorado. Los ojos de Elyon se incendiaron en violeta y dorado como respuesta. La Pricipado retrocedió conmocionada por ello.

—Ustedes tampoco. Solo estuve en el cielo el día de mi llegada a la existencia. Este plano es mi hogar, con mi compañero y mi protegido.

Ella sacudió su cabeza antes de lanzarse al ataque de nuevo. No quería matarla, pero tampoco iba a dejar que  se acercara a la habitación que estaba protegiendo.

En cuanto la batalla se desató afuera, Gabriel tomó a Nash y lo llevó ahí junto a Miguel, Colleen y Brogan, quienes eran los más vulnerables, para meterlos en una habitación y poner protecciones.  Si bien afuera se encontraba Azazel, los aliados de Lucifer y los Hellhounds de Nash, la batalla se había salido de control con facilidad. Varios ángeles lograron entrar a la casa.

Daen estaba abajo defendiendo el primer piso junto a una Baphomet que había vuelto solo para servir como refuerzo. Gabriel estaba en el segundo piso y Elyon fue al tercero para interceptar a los ángeles que habían abierto un agujero en la techo de la casa. Esto era un caos.

—Vendrás con nosotros a como de lugar— gruñó la Principado. Su cabello era corto de un color caramelo. Estaba manchado de sangre. Era la última que quedaba del pequeño grupo que intentó acorralarlos. Elyon había matado a los demás.

—No. Sabes que esto no está bien— gruñó evadiendo un golpe de sus armas con su propia espada—. Metatrón no deberías hacer esto  ¿No ves lo lejos que está yendo?

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora