42. El Purgatorio

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Baphomet llevaba cuatro horas tratando de rastrear el vínculo que ella misma creo para unir a Daen y Kia hace unos meses atrás

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Baphomet llevaba cuatro horas tratando de rastrear el vínculo que ella misma creo para unir a Daen y Kia hace unos meses atrás. Había tomado como base de operaciones la sala en casa de Nash. Los muebles fueron empujados a un lado dejando el espacio del centro libre por completo. Ahí era donde Daen estaba acostado sobre su espalda encima de los  símbolos que Bahomet había dibujado en el suelo. Eran intrincados y se iluminaban de vez en cuando mientras ella caminaba alrededor, murmurando conjuros, canticos y frunciendo el ceño a causa de la concentración.

A veces se detenía para echar un vistazo a uno de los muchos libros y grimorios con los que contaba en su vasta colección, pero nada parecía surtir efecto, porque aún no tenían idea de en dónde tenían encerrada a Kia. Nash estaba preocupado y también bastante molesto por toda la situación. No le gustaba la sensación de ansiedad que roía su pecho como una cosa viva. La peor parte era saber que no podía hacer nada para que esa sensación desapareciera. Así como tampoco podía hacer nada para encontrar a Kia, ya que aquello estaba más allá de su control.

Había informado a Sav y a Flet, así que ellos también estaban atentos, monitoreando para no perderse hasta la más mínima señal del paradero de la joven. Hasta el momento ellos tampoco tenían nada, ni el más mínimo rastro para perseguir.

Prefirió regresar a la cocina en donde los demás estaban reunidos. Incluso Miguel había sido traído de vuelta a casa antes de que terminara su turno en el trabajo. Porque era más seguro, porque si se habían llevado a Kia podían intentarlo con ellos también. Y además Miguel corría peligro, pues el maldito Jofiel lo conocía personalmente, podría acercarse de más y notar que el arcángel no tenía sus poderes del todo, creando una buena oportunidad para que también lo tomaran como prisionero. ¿Y qué haría Belcebú con el arcángel Miguel en su poder? Ni siquiera quería imaginarlo.

—Ven aquí, cielo— su madre lo atrajo al nada más verlo entrar y lo llevó hasta la mesa, instándolo a sentarse—. Toma un poco de té y trata de relajarte. Sé que es difícil, pero no es bueno que te dejes arrastrar por la preocupación.

—Lo sé. Es solo que no puedo dejar de pensar en lo asustada que Kia debe sentirse, mamá. ¿Y si le están haciendo daño? ¿Y si la están torturando para sacarle información? Nunca debí dejar que se involucrar en esto.

—No es tu culpa— desvió la mirada hacia Miguel, quién estaba recostado contra la encimera. Su expresión era triste y algo apesadumbrada—. En todo caso sería mi culpa por haberte metido en esto. Creo que en el momento en que lo hice, de manera accidental también atraje a Kia. Ustedes están unidos por un vínculo familiar y eso sumado al rastro Nefilim en su sangre, provocó que su poder como profeta se manifestara.

—Por favor ¿Vamos a jugar al innecesario juego de la culpa?— Gabriel soltó un bufido —. Porque entonces yo inicié todo esto al intenta enseñar una lección a Lucifer como si ese fuera mi deber o mi derecho.

—Gabriel tiene razón— aceptó Azazel con un deje de molestia—. Podemos caer en la espiral de culparnos por lo que está pasando y eso no cambiaría nada. Sin embargo, Basil, tú no tiene la culpa , no recae en ti. Belcebú y Lucifer iban a enfrentarse tarde o temprano. No lo provocaste, tampoco es tu culpa que se llevaran a Kia. Así que por favor no te atormentes con ello ¿De acuerdo?

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora