33. Improbable

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Varias semanas después...

Mientras la consciencia empezaba a filtrarse en su mente intentó moverse, rodar sobre su costado para estar más cómodo. No lo consiguió, ya que un sólido y cálido cuerpo se presionaba contra él. Sentía el aliento igualmente cálido golpeando su garganta rítmicamente con cada respiración. Su mente aletargada por el sueño tardó en enfocarse y filtrar lo que realmente estaba pasando, pero cuando por fin logró hilar dos pensamientos juntos, la culpa lo envolvió un poco. Había vuelto a pasar.

Aunque no era del todo culpa, porque parte de él sentía que estaba haciendo lo correcto. Como si una parte de su mente se calmara al dormir y despertar envuelto por los brazos de  Gabriel. Y tampoco es que sucediera tan a menudo...bueno, solo un par de veces por semana. Nada del otro mundo, ¿verdad? Y ni siquiera se trataba de una cercanía sexual, era solo...algo.

La primera vez que sucedió fue porque encontró a Gabriel sentado en las escaleras en plena madrugada, luciendo un poco derrotado. Saber que el ex arcángel también tenía pesadillas con el bajo cielo sin duda ayudó a hacerlo sentir menos solo en ese aspecto. Fue quizá la consciencia de que no era el único perdiendo la cabeza lo que le empujó a ofrecer consuelo y lo hizo de la única manera que podía, dejando que Gabriel durmiera en su cama. Aunque la verdad es que Nash se había colado en la cama del otro hombre un par de veces.

Nadie se había dado cuenta y ellos tampoco se tomaron el tiempo de contarles. De hecho ni siquiera habían hablado entre ellos sobre lo extraño e inexplicable que era lo que estaban haciendo. Fue como un acuerdo tácito de guardar silencio. Y no era incómodo, siguiendo la línea de extraños sucesos, no era para nada incómodo. Y Nash hasta se atrevía a decir que entre ellos se había creado una especie de complicidad. Cierto entendimiento en el que a veces no necesitaban palabras. Incluso durante sus sesiones de entrenamiento que ahora eran diarias.

Enseñar a Gabriel fue más entretenido de lo que creyó. Y a veces incluso cuando Kia y Miguel también estaban ahí, incluso cuando Sav también, era como si todo lo demás desapareciera. Su momento con Gabriel se convertía en un punto de enfoque casi imposible de romper.

Para no ir demasiado lejos, la tarde anterior habían estado enfrascados en medio de una lucha cuerpo a cuerpo. La idea era enseñar a Gabriel a defenderse hasta en la situación más precaria, cuando no había armas a la vista. En desventaja total. Fue entretenido hacerlo caer en varias ocasiones. Sin embargo, lo en verdad impresionante llegó cuando Azazel apareció poco después diciendo que podía subir el nivel de dificultad un poco.

Ustedes dos contra mi— había ofrecido su padre con una sonrisa astuta. Y fue lo que hicieron.

Justo como Nash había esperado, Azazel no atacó de manera letal, pero fue contundente con sus ataques, haciéndolo lo más real posible. Desvaneciéndose como un humo espeso y oscuro, rodeándolos, acechándolos tratando de hacerlos tropezar. Lo increíble empezó cuando cruzó una miradas con Gabriel y ambos asintieron. Jamás había tenido tanta claridad en su mente a la hora de luchar como en ese momento. Sus movimientos se sintieron fluidos, ágiles, certeros. Fueron como una unidad.

Fue como una danza. No sabía de qué otra manera explicarlo. Sus cuerpos sincronizándose. Y de alguna manera se sintió como si todos los conocimientos que el tenía sobre lucha, se hubiera transferido a Gabriel, logrando que su dupla fuera efectiva y pudieran dar una buena batalla, aun cuando no pudieron derrotar a Azazel.

—¿Qué fue eso?— había dicho Miguel, quien estaba sentado en la grama del patio trasero de la residencia Madow, junto a las chicas. Lucía fascinado, justo  como el mismo Nash se sentía.

La Oscuridad Seduce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora