La Oscuridad Seduce ©

28. ¿Y ahora qué?

Cuando Armand Stone apareció por el pasillo secreto con expresión furibunda, con sangre saliendo de su boca y manchando la parte posterior de su cabeza, Kia y Savannah se habían lanzado a luchar con todas sus fuerzas preguntando por Nash y lo que había pasado con él.  Aunque dos chicas, una sin experiencia en lucha y la otra superada en número, no pudieron hacer demasiado al respecto. Kia fue fácilmente sometida por los dos cazadores, en cuanto a Savannah, logró asestarle un rodillazo en le abdomen a Stone, pero eso le valió a cambio un puñetazo que la dejó medio aturdida, cayendo sobre su trasero sin poder levantarse de inmediato.

—¡Savannah!— Kia pataleó pero el tipo que la sostenía ni siquiera se inmutó—. Hijo de perra. ¿Acaso tu madre no te enseñó que a las mujeres no se les pega?

Armand le dio una mirada plana y tan fría que la chica se estremeció y cerró la boca de golpe, casi mordiéndose la lengua. Ugh, ese tipo en verdad emitía una vibra oscura.

—¿Cuál es el plan ahora?— preguntó el otro cazador, al que Savannah le había golpeado la nariz. Ya no sangraba pero su rostro se había inflamado.

—Vamos al búnker y luego pediremos refuerzos— dijo Stone en tono uniforme. Luego se inclinó y tomó a Savannah del cabello haciéndola gruñir de dolor—. Más te vale que no me des problemas. Tus padres han sido buenos activos del gremio, solo por eso no te voy a matar. Pero intenta algo de nuevo y te partiré las putas piernas. Tú elige. Ahora muévete.

Savannah alzó la barbilla de manera desafiante. Uno de sus ojos, en dónde fue golpeada, se estaba inflamando, pero aún así el odio y la rabia brillaba claramente en sus ojos azules. Kia casi temía que la rubia siguiera desafiándolo y okey, admiraba su determinación, pero arriesgar su vida a tal punto no era lo aconsejable. Estaba segura de que Armand Stone cumpliría su promesa de romperle las piernas. No quería que eso pasara.

—Sav por favor, no lo hagas— murmuró. Nash estaría devastado si su amiga cazadora sufría un daño serio o hasta irreparable.

La rubia mantuvo la mirada de Stone por varios minutos antes de por fin bajar la cabeza y escupir al suelo, cerca de las botas de Stone. El mayor se rió entre dientes antes de empujarla hacia la puerta al otro lado de la reducida habitación. Activó un panel en el que colocó sus huellas y un código antes de que se abriera. Después empujó. Savannah por delante y le ordenó a los dos Cazadores que lo siguieran. Kia soltó un ruidito incoforme, porque ante ellos se abría una especie de túnel muy estrecho en el que apenas cabía un persona. Estaba iluminado solo por opacas luces en el techo, demasiado espaciadas una de otra, que proyectaban una iluminación de tintes lechosos y enfermizos; todo en conjunto resultaba un tanto claustrofóbico. Lo era aún más cuando era transportada como si fuera un saco de patatas.

Se movieron a paso constante, bajando escaleras cada cierto tiempo y solo entonces Kia cayó en cuenta de que ese túnel debía extenderse a lo largo y ancho de toda la edificación. Resultaba fascinante y espeluznante a partes iguales. ¿Acaso Stone vagaba por ese túnel como un fantasma? Buen señor, el hombre definitivamente era un psicópata.

—¿Qué hiciste  con Nash?— preguntó después de un rato—. Si le hiciste daño, su padre y Lucifer van a hacerte picadillo.

—Pueden venir e intentarlo— la burla era evidente en su tono.

—¿Padre?— preguntó la rubia desde el frente—.  ¿Acaso Nash sabe por fin quién es su padre biológico? Creí que no lo había averiguado…

—Cállate y sigue caminando— amenazó Stone.

—El padre de Nash es Azazel— respondió Kia como un pequeño acto de rebeldía—. Un príncipe del infierno.

—No hay manera— Savannah soltó un jadeo de sorpresa—. Maldito Nash, siempre supe que había algo extraordinario en él, solo no creí que fuera algo de este calibre.