Porchay ha sido novio de Kim Theerapanyakul por más de dos años. A simple vista parecían una pareja perfecta, incluso para Chay, Kim era el hombre de su vida. Pero había un pequeño problema; los celos y la posesividad de él. Lo de ser un mafioso era...
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Macao se rió y se alejó de mí, me di la vuelta y caminé hacia las personas que estaban reunidas, bailando. Mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de la música y luego de unos minutos un chico se me acercó y ambos comenzamos a bailar. Entre bailes y bebidas los minutos pasaron hasta convertirse en una hora; una hora de estar bebiendo y bailando como si mi vida dependiera de ello.
Macao se acercó a mí y me jaló hacia él, sonriéndome mientras se terminaba su bebida. Le sonreí de vuelta y seguí moviéndome.
─¡Vamos a poner cachondos a estos chicos! ─gritó Macao─. Sabía lo que quería decir eso; teníamos que bailar sexy, y comenzamos hacerlo, atrayendo varias miradas y por supuesto, pretendientes.
Me reí y dejé que un chico se acercara y se posicionara detrás de mi. Bajé mi cuerpo, presionándome mas contra él, moviéndome de arriba a bajo. Bebí más y más. No podía parar. Lo que estaba viviendo era épico.
Todos los pensamientos que incluían a Kim habían desaparecido. Solo tenía tiempo para bailar y bromear con el chico que estaba frente a mí. En mi estado, ni siquiera estaba pensando en lo que estaba haciendo, lo único en lo que podía pensar era en él. Seguí bailando con el rubio, hasta que Macao se acercó y me tomó de la cintura, obligándome a mirarle. Fruncí el ceño confundido, pero sin dejar mi baile.
─Tengo que hablar con él ─sonrió disculpándose con el chico que estaba bailando conmigo, él frunció el ceño y se alejó.
─¿Qué pasa? ─me quejé.
─Kim está aquí ─dijo con urgencia.
─Sí, claro ─me reí.
─No, enserio; Kim está aquí ─me sacudió un poco, como para hacerme volver a la realidad.
Me reí mas fuerte, y me abalancé sobre él para abrazarlo.
─Oh, eres tan gracioso Macao, te quiero ─chillé.
─No, Chay, escúchame, está aquí y te está buscando. Está... ─dejó la frase en el aire cuando de repente la música se detuvo.
Todo el mundo dejó de bailar. Nos quedamos en silencio e inmóviles mientras todos miraban para ver quién había quitado la música. La gente dejó de quejarse y entonces miré hacia el frente.
P'Kim.
Me entró el pánico, ¿qué iba hacer? Miré a Macao.
─Ayúdame ─dije.
Macao asintió y puso sus dedos en mis labios. Tomó mi mano y me empujó detrás de él.
─Cuando te diga que te muevas, te... ─fue interrumpido por la voz de Kim; sonaba herido, furioso. Me dolía oírlo así.
─Pondré la música tan pronto como encuentre a Porchay, sé que está aquí ─sus últimas palabras se convirtieron en un seseo de ira.
