Porchay ha sido novio de Kim Theerapanyakul por más de dos años. A simple vista parecían una pareja perfecta, incluso para Chay, Kim era el hombre de su vida. Pero había un pequeño problema; los celos y la posesividad de él. Lo de ser un mafioso era...
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Porchay'sPov.
Abrí los ojos poco a poco sintiendo que mi cabeza daba vueltas, como si estuviera girando en una licuadora. Sentí que estaba dentro de un auto en movimiento, todo estaba en silencio y sobre todo olía muy bien... olía al ambientador que Kim solía usar en su auto.
Estaba en el auto de Kim.
Entonces reaccioné inmediatamente incorporándome en el asiento, sintiendo como si un taladro se estuviese abriendo paso en mi cabeza.
Lo miré mientras conducía, estaba tan pensativo que ni siquiera había notado que estaba despierto. El solo hecho de verle me inspiraba rabia, ira, descontrol.
¿Cómo había llegado a su auto? ¿Por qué tiene que controlar mi vida de esta manera? Él y yo ya no somos nada y yo mismo he dado por terminada nuestra relación. Él no tiene por qué interponerse. Esta vez tendré que ser fuerte y no dejarme ver la cara de idiota.
─¡Detén el auto, Kim! ─soné bastante exigente.
Entonces él reaccionó y me miró de inmediato, pero volvió la mirada a la carretera. Sus manos apretaron con fuerza el volante, pero todavía no pronunciaba una sola palabra.
─No ─declaró.
─¡Sí! ─le grité descontrolado.
Ya no más, ya no me manejaría como si fuese un niño pequeño con el que pueden hacer lo quieren. Su infidelidad me había quitado la venda de los ojos y había logrado que me diera cuenta del engaño en el que estaba con Kim. Decía que me amaba, sí, pero era capaz de serme infiel mientras supuestamente estaba empeñado en recuperar nuestra relación.
─¡Te dije que no!
─Y yo te he dicho que sí ─dicho esto lancé mis manos al volante y desvié el auto en varias direcciones.
Kim trataba de mantener el auto por la carretera.
─¡Vas a hacer que nos choquemos! ─gritó Kim desesperado.
El agua de la lluvia caía encima del auto nublando la vista de la carretera, lo único que veíamos eran las luces de los autos que estaban por delante, incluso viéndose borrosa.
─¡O te detienes o te juro que hago que nos choquemos, Kim! Hablo verdaderamente enserio, no me importa una mierda si me muero ─expulsé tratando de luchar en contra de Kim y tomar el control del volante.
Era verdad... no me importaba nada.
─Maldita sea, Porchay, déjalo ─exclamó al borde de un ataque, sorprendiéndome con un duro frenazo que hizo que mi cuerpo se fuera hacia adelante─. Estás malditamente loco, atentaste contra nuestras vidas, ¿qué demonios te pasa? ─me gritó fuertemente haciendo que de su cuello sobresaliera una vena, su rostro estaba rojo debido a la rabia que tenía.
