Porchay ha sido novio de Kim Theerapanyakul por más de dos años. A simple vista parecían una pareja perfecta, incluso para Chay, Kim era el hombre de su vida. Pero había un pequeño problema; los celos y la posesividad de él. Lo de ser un mafioso era...
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─Macao ha estado todo el día pegado como un chicle a Kim ─exclamé exasperado mientras los miraba por la ventanita que había en la cocina y daba vista a la mesa del comedor.
─Te lo dije ─contestó Yok a través de la otra línea del teléfono─. Yo sabía cómo iba a ser la cosa. No puedes dejar que tome tu lugar, Porchay ─murmuró.
─No lo haré ─negué─. No soy tan idiota.
Continué lavando los cubiertos, haciéndole el favor a Kim. Por supuesto, Macao no hacía nada mientras yo hacia los deberes. Solo platicaba con Kim.
Elevé la mirada y observé a Macao tocando a Kim en la mejilla, de pronto levantó la otra mano y comenzó a pasarla por su cabello.
─No puede ser ─dejé los platos inmediatamente, miré hacia los armarios y alcancé un vaso, corrí hacia el refrigerador y serví un poco de jugo de naranja para luego dirigirme a Kim con suprema rapidez─. Cariño, te traje esto ─murmuré.
─Gracias, Porchay ─tomó el vaso y dio un sorbo.
Me quedé observándolo mientras se terminaba el jugo, Macao me miraba así como si estuviera echándome, más bien, se sentía invadido o algo por el estilo. ¿Qué rayos le pasaba? Era mi novio, no el de él.
Maldición... tal vez estaba armando una película en mi cabeza, tal vez nada de lo que pensaba era realidad. Si seguía así iba a enloquecer. Yo no era como Kim y no quería llegar a serlo, así que lo mejor era marcharme.
─¿Quieres algo de comer, Kim? ─preguntó Macao.
Kim me dio una mirada rápida y luego volvió a mirarlo.
─No te preocupes ─sonrió mientras negaba.
¿Cómo era posible que fueran tan amables el uno con el otro de repente? Era ridículo. ¿Desde cuándo se comportaban de esa manera? Antes de que Macao pudiese pronunciar palabra, comencé a hablar.
─Kim, saldré con Yok. Iremos a comprar algunas cosas y tal vez visitemos a algunos amigos ─informé.
Ahora que Kim estaba de buen semblante lo mejor que podía hacer era retomar mi vida. Seguramente ahora podría ir a fiestas, salir con mis amigos y a él no le molestaría en lo absoluto.
Macao me dio una mirada confundida pero sonrió divertido. ¿Qué le parecía tan gracioso?
─Porchay ─espetó Kim.
─Déjalo, estarás bien conmigo, Kim ─Macao sonrió.
Kim me miró, yo también lo miraba a él. Finalmente salí de su apartamento y me dirigí a la acera de la calle, en donde Yok me esperaba apoyándose sobre un poste.
─Hey ─saludó con la cabeza─. ¿Vas a dejar a Kim y Macao juntos? ─preguntó Yok caminando hacia su auto para encenderlo.
