Mi pequeño problema.

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Comenzaba a creer que los chicos me encontraban poco atractivo, aunque eso no debía importarme

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Comenzaba a creer que los chicos me encontraban poco atractivo, aunque eso no debía importarme. Siempre que pasaban cerca de mí optaban por mantenerse en silencio o no mirarme. Tenía presente a mi novio y tal vez hacía mal en desear que otros me miraran, pero eso no era un delito, simplemente es querer sentirse atractivo.

Sin embargo, sabía que era poco probable que lo hicieran, pues mi novio era Kim Theerapanyakul, aquel chico problemático que prefería manchar sus puños de sangre antes que ver a un chico platicando conmigo.

Durante mucho tiempo quise olvidarme de ese pequeño problema, pero desafortunadamente me fue imposible dejarlo a un lado, Kim alejaba a las personas de la peor manera. Ahora mis amigos tenían miedo de acercarse a mí solo porque Kim se enteraría y tomaría cartas en el asunto.

Debo admitir que no era nada fácil, pero cuando se está enamorado es como si tuvieses una venda en los ojos, no puedes decidir de lo bueno y lo malo, y eso era lo que exactamente me pasaba, aunque Kim me hiciera daño a mí me importaba poco, pues lo amaba y mantenía la ilusión de poder lograr un cambio en él.

En cuanto la clase de Matemáticas terminó, me dirigí a la salida con los libros en mano y una pequeña mochila colgada de mi hombro. Sonreí cuando vi que justo enfrente de la puerta del aula se encontraba Kim, mi adorado novio, esperándome.

─Hola ─Le sonreí.

Él me devolvió la sonrisa, mostrando sus blancos y preciosos dientes.

─Hola, dulzura.

Kim era el hombre más hermoso que habían visto mis ojos en toda mi maldita vida; tenía el cabello negro y siempre lo llevaba largo y despeinado, pero eso lo hacía verse muy irresistible, ojos color marrón que parecían penetrarte y te hacen pensar que puedes ver más allá de ellos, una piel perfecta, una fuerte mandíbula, y lo mejor de él, sus lindos labios, era literalmente perfecto.

Se inclinó, presionando sus labios con los míos. Era suave y dulce, sin embargo quería más. Sus besos me dejaban sin aliento. Habíamos estado saliendo ya dos años, pero aún así se sentía como si fuera el primer beso. Era seguro decir que estábamos profundamente enamorados el uno del otro. Diecinueve podía parecer una edad muy temprana para enamorarse, pero estaba enamorado de él, no me importa cuántas personas dijeran que éramos demasiado jóvenes para saber lo que era el amor. Kim tenía tres años más que yo.

─Lindo, ¿qué tal la clase?

Me sonrojé un poco por cómo me llamó. Era tan condenadamente dulce. Me cogió la mochila y me agarró de la mano. Caminamos por el pasillo hacia la cafetería.

─Bien, aburrido como siempre. ¿Y la tuya? ─pregunté.

Se encogió de hombros.

─Lo mismo de siempre, ¿cómo es que Macao no está contigo? ¿Tiene clase? ¿Verdad?

𝐌𝐢 𝐞𝐱-𝐧𝐨𝐯𝐢𝐨 𝐩𝐨𝐬𝐞𝐬𝐢𝐯𝐨 |𝐊𝐢𝐦𝐂𝐡𝐚𝐲|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora