Capítulo 29. Carla

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Entreabro los ojos, y un dolor me viene a la cabeza ¿dónde estoy? La oscuridad inunda mis ojos y no soy capaz de saber en qué lugar me hallo. Con cautela me levanto de la cama, y miro a mi alrededor. No, definitivamente no sé donde estoy. Salgo de la habitación, y me dirijo a lo que creo que es un salón comedor. Veo que hay alguien aquí, con un cigarro en la mano. Sigo avanzando por la estancia y me topo con los ojos de Alex que me escrutan con su mirada de arriba abajo.

—¿Qué ha pasado? — le digo confusa
—Te desmayaste — me dice serio, mientras se termina de fumar el cigarro.

Si hay algo que destaque de él, es su aire misterioso, que le rodea como una nebulosa, y resulta difícil saber qué piensa. Mientras sigue apoyado en el poyete de la ventana, me mira con mucha intensidad.

—¿Tanto bebí? — hago la pregunta más para mí misma que para él — No sé muy bien qué pasó, bebí copas de ponche y luego...
—Te drogaron — me dice seco y cortante. Muy a su estilo.

No digo nada, pues creo que no he entendido bien, ¿me drogaron?

—¿Cómo lo sabes?
—Porque lo sé— me dirige una mirada cargada de frustración. — Vete a dormir.

Un silencio aplastante y abrasador nos inunda, pero no puedo obviar, la evidencia de que me ha ayudado.

—Podría hacerte compañía si quieres...
—¿No crees que por hoy ya ha sido suficiente? — me corta al instante.

Está molesto, está claro, pero su frialdad me deja sin aliento, pero tiene que entender que yo no le he pedido nada.

—No te he pedido nada— digo en mi defensa.
—Y... ¿qué sugieres?¿ qué te hubiese dejado allí tirada?— sus palabras escupen odio y desdén.
—Yo...
—¿Qué clase de persona crees que soy?
—No insinuaba nada, yo sólo...
—Cállate— su tono severo me deja sin habla— vete a dormir.
—¿Y tú?
—Deja de hacer preguntas y vete a dormir.

El dolor de cabeza inunda todos mis sentidos, unas lágrimas asoman por mi mejilla, pues los recuerdos de la noche se me amontonan, en especial los del chico de la pista de baile. Trato de contenerme y de recordarme que estoy delante de Alex y que no quiero llorar.

—Ya me iba - digo en un susurro
Como si se diera cuenta de lo que me pasa, mientras me voy me agarra por detrás y me aprieta contra sí con suavidad, a diferencia de su voz habitualmente cortante, su abrazo es cálido.

—Tranquila canija no permitiré que te vuelva a pasar nada— dice mientras apoya su frente contra mi cabeza.
—Gracias.

Justo en ese momento la puerta se abre y aparece Nick, Alex se aparta de golpe y Nick me mira.

—¿Qué hace ella aquí?
Iba a responder, pero Alex lo hace por mi.
—Ella está conmigo
—Pero... ¿qué? — insiste Nick
—¿Desde cuándo te tengo que dar explicaciones?

Y ahí estaba otra vez borde, pero... ¿tranquilo? Me dirijo a su habitación, a la de Alex y me sigue.

—Venga duérmete — me ordena.

Me hace gracia que le parezca tan fácil mirándome y teniendo en cuenta todo lo que había pasado, me daba vergüenza.
Se acerca y se acuesta.

—Venga tu en ese lado y yo en este. Luego te dejo en paz, yo no duermo mucho.

Sabía que se esforzaba por ser amable. Pero eso no quería decir que no estuviera nerviosa. Me tumbo a su lado y me acaricio uno de los brazos, me duele un poco, pero me intento dormir tratando de mirar a la pared, pero no puedo así que me doy la vuelta y me topo con su mirada. Ay Dios, me pone nerviosa. Me coge uno de los brazos y le da un casto beso. Ese gesto me provoca que el corazón se me acelere.

—Se curará —me dice con suavidad.

Cojo y me acerco más a él y le doy un beso en la mejilla que hace que casi se incorpore.

—Gracias.

Me acurruco en la cama, me encojo como un ovillo y me quedo dormida.

*** Muchas gracias a todos por vuestro apoyo 💚💜💛 nos vemos en el siguiente capítulo ☺️☺️***

AISLING . ENTRE CENIZASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora