Capítulo 9

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Decidido, hoy me pongo el vestido azul celeste con las sandalias de tacón. La forma de las sandalias, hace que el pie quede completamente al descubierto, por ello permite ver mi uñas, que está vez están pintadas de rojo a juego con las uñas de mis manos. Me miro en el espejo, el reflejo que me devuelve, es satisfactorio. El vestido que elegido en esta ocasión, no es ni muy entallado ni muy suelto, el escote hace que se ajuste al pecho, y cuando camino deja entrever todas las curvas de mi cuerpo. Según mi padre este vestido me queda de infarto, sonrío al recordar sus típicos sermones de a dónde voy; en el fondo le echo de menos no sólo a él sino también a toda mi familia, aun así no puedo evitar sonreír al recordar todo lo que he conseguido en tan sólo una semana. El motocross ha vuelto a mi vida y eso era algo impensable hace tan sólo unos días.

Mientras me miro al espejo, y me pinto los labios, no puedo evitar acordarme de Patrick. El idiota ayer no dio señales de vida, ni siquiera me contestó al mensaje que le envié. Solo espero que el numerito con el líquido verde pegajoso de ayer, no tenga nada que ver. Aunque no le veo un tío que por una cosa así vaya a dejar de venir a la universidad. ¿Qué hago yo pensando en él ahora? Decido borrar de manera inmediata mis recuerdos, justo en ese momento, Carla sale del baño con un vestido dorado ajustado, con lo morena que es le queda increíble. El vestido deja entrever parte de su pierna, puesto que tiene una abertura en uno de los costados, la miro y remiro, está increíble. Los zapatos que ha elegido son negros, terminan en punta y combinan con su pequeño bolso de mano negro.

—¡Estás preciosa! – exclamo sin salir de mi asombro.

—Lo dice, la que tampoco se queda corta, ese vestido te sienta de maravilla — me alaba, sé que viniendo de ella sus palabras son ciertas y que no miente.

En ese momento se oyen unos toques en la puerta, no hace falta que pensemos mucho para saber quién está detrás ella. Carla abre, casi sin comprobar quién es. Lo que vemos es un Sam enfundado en una camisa roja con pantalones pitillo negros a juego con una americana negra con bordados. El conjunto le queda como un guante.

—Vaya, vaya, pero que bien acompañado voy a ir esta noche —apunta, mientras nos hace un repaso a Carla y a mí.

—Lo mismo digo.

Sin mucho más que hablar, nos vamos. Carla y yo, cogemos nuestros pequeños bolsos de mano y los boleros de fiesta y cerramos la habitación. Esta noche promete, y me aseguro a mí misma que voy a disfrutar de mi premio.

El sitio está condecorado con una estrella Michelin. Tiene todo lo que cabe esperar de un sitio de esta categoría, dado que hasta el más mínimo detalle está cuidado. Todos los camareros visten de negro, siendo pulcros y elegantes en cada uno de sus movimientos. En cuánto le enseño al metre las invitaciones para la cena, le digo mi nombre y me doy cuenta de su sorpresa, cómo si esperara a otra persona, en lugar de a nosotros tres, todos sabemos a quién esperaba ver. No me lo tomo como una ofensa, puesto que me guiña un ojo y nos hace pasar a los tres al interior.

Al parecer la invitación incluye un menú degustación, en el cual, parece que hay especialidades españolas.

Al parecer la invitación incluye un menú degustación, en el cual, parece que hay especialidades españolas

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AISLING . ENTRE CENIZASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora