Capítulo 34. Carla

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Estábamos en el local, al que nos había traído Sam, pero lo que menos me importaba era el sitio. Mi cabeza era un caos, no entendía muy bien a Nick, quería disculparse, pero ¿por qué? Fue claro en Santa Mónica, luego se disculpa y ahora va y me dice de tomarnos algo, los dos solos. Las preguntas se me acumulaban en mi cabeza ¿había cambiado de idea?
Cuando me dirijo a la barra con Kim y Vanessa, visualizo a Alex, está hablando con una chica, entonces las palabras y pensamientos de hace un momento se me disipan. Busco a Nick por el local y le veo que está hablando con la tal Aitana. Al fondo del garito están Joana y las demás. ¿Por qué tienen que estar en todas partes? Y a todo esto ¿dónde se ha metido Eli?
-Chicas, ¿sabéis algo de Eli?
-Wey, estas en otro mundo, no te enteras de nada. Está con Patrick. -dice Kim.
La verdad es que se notaba que las cosas entre ellos iban viento en popa, pero ninguno de los dos, hacía ningún comentario de lo que eran exactamente.
-Bien, bien, hoy tenemos sesión de micro abierto- dice uno de los organizadores del local. -¿alguien quiere salir?
Automáticamente veo subir a Joana con esa sonrisa, no puedo con ella, sencillamente, me pone enferma. No la soporto. Ojalá fuera fea, pero su vestido en tono turquesa es hace estar espléndida, en cambio yo... voy con unos vaqueros y un top negro. Esto me enseñara a ir siempre algo arreglada. Si lo llego a saber me pongo el vestido que me compré con las chicas en el Santa Mónica Place.
Todos comienzan a aplaudir. De repente los tonos de una canción, que conocía empezaron a sonar por los altavoces de la sala. Es la canción Anywhere de Rita Ora. Joanna canta todas y cada una de las estrofas sin desafinar, lo que me deja alucinada. Mientras veo como se mueve por el pequeño escenario, su presencia lo inunda, después baja de él y va señalando con su estúpida y fina mano a cada uno de los chicos que vé, mientras su cuerpo se mueve en perfecta sintonía. Sencillamente lo clava. Y al terminar, todo el mundo aplaude.
-Qué gorda me cae- dice Kim.
-Ya te digo- la secunda Vanessa.
-¿Habéis visto? Me quedo muerto. - dice Sam
-Si lo ha hecho muy bien. -digo de manera seca.
-Por cierto...me dice Sam dirigiéndome una mirada cargada de atención. -¿tú no tienes una guitarra en tu habitación?
-Si ¿por?
-Por que te van a llamar ahora.
-¿QUÉEEEEEEEE?
-Lo que has oído.
-Eres idiota, no pienso subir Sam. Ni si quiera te he dicho que canto.
-Lo intuyo
-¿Lo intuyes?
-Aaay sí. Sal y dale a esa zorra donde se merece- me dice Kim.
-Pero... ¿se puede saber qué os pasa a todos?
No me da tiempo a decir nada más, porque mi nombre es pronunciado por los labios del presentador.
-Tienes que subir- me dice Sam.
-No, no y no. No quiero subir.
-Estás poniéndote en evidencia. - me dice Kim y continua -Tú con una sonrisa y al escenario.
Los nervios se apoderan de mi, me tiembla todo el cuerpo, pongo una sonrisa forzada a la persona que me da el microfono. Y antes de que se vaya, le tengo que hacer una pregunta.
-¿Tienes guitarra?
Con un gesto afirmativo me señala un arsenal de instrumentos que están al fondo del escenario, entre ellos hay una guitarra acústica. Gracias a Dios.
-Vale, gracias.
Estoy hecha un flan, mis manos me tiemblan. Toda la familia de Sam se me viene a la cabeza, esto no se lo perdono.
Cojo la guitarra con delicadeza, al parecer la gente sigue hablando y está a su bola, decido pasar de todos. Una gran mayoría no me hace ni caso, puedo sentir entre las miradas del público la de Joanna riéndose, como si se pensara que fuera a hacer el ridículo.
Y entonces, una sensación en mi fuero interno me dice que le tengo que callar la boca. Compruebo que la guitarra está afinada, mientras ajusto un par de cuerdas, pienso en que canción podría tocar, minutos después, toco cada una de las cuerdas y tocas suenan bien, ya sé que canción voy a tocar.
El público sigue pasando de mí, por ello me relajó. Cojo un taburete que veo en el lateral del escenario, lo llevo hasta el centro, y me acomodo en él, lógicamente no iba a tocar de pie. Recuerdo una de las frases que siempre me decía mi padre, cuando me enseñaba a tocar la guitarra: "en la voz está la fuerza". Respiro hondo dos o tres veces.
La canción que iba a cantar es "Someone You Loved" de Lewis Capaldi, lo podía hacer, era capaz de ello. Antes de empezar a tocar, busco a Sam entre el público, necesito una cara amiga, antes de empezar a tocar, estoy demasiado nerviosa, le encuentro, me mira y me hace un gesto con el pulgar dándome ánimos. ¡Tú puedes Carla!
Empiezo a tocar las primeras notas de la canción con toques suaves en las cuerdas y en los trastes. Los primeros acordes empiezan a brotar por mis manos, empiezo a tocar suave las primeras estrofas de la canción, mientras mi voz se alza entre el murmullo del público, cierro los ojos, siento la vibración de la guitarra por todo el cuerpo, mientras mis cuerdas vocales entonan la letra de la canción.
Mientras sigo tocando, siento una sensación habitual, algo similar al placer que sientes, cuando haces algo que te gusta. Puedo sentir cada verso de la canción, acariciando cada nota, y como mis recuerdos con mi familia pasan en viñetas, las imágenes felices brotan, junto con mi entusiasmo con el estribillo. Ahí estaba yo, sentada en un taburete en un local que no conocía, dando una parte de mí a extraños, que creo que me miran con ojos y oídos críticos.
Cuando termino abro los ojos, los había tenido cerrados para conseguir una mayor concentración y disfrute. Cuando doy por concluida mi intervención, el silencio inunda el local, la pausa es breve, me inquieta, por suerte cuando creo que a nadie le ha gustado mi actuación, el público estalla en un inmenso aplauso.
Cuando miro entre el público, los ojos de Nick me miran con atención aplaudiendo entusiasmado, eso me alegra, más atrás está Sam, Kim, Vanesa y Lionel que aplauden encantados. Y en la barra, Alex me sonríe y me mira, yo le devuelvo la sonrisa y me bajo del escenario.
Según bajo del escenario, todos mis amigos vienen desde donde estaban a recibirme. Acabamos brindando. Kim está pletórica, no para de decirme cuanto se alegra que le haya dado por culo a la zorra de Joanna. Al final nuestra conversación se torna en risas, después todos acabamos bailando. En un momento de euforia dirigiéndome al baño choco con alguien. Es Alex.
-Canija, mira por dónde vas. - me dice con una sonrisa.
Junto a él, veo como una morena que no conozco se apoya junto a él. Me siento incómoda, le sonrío y me marcho. Trato de escabullirme todo lo que puedo, así que cambio de dirección y me dirijo otra vez donde están mis amigos, pero una mano atrapa la mía dándome la vuelta.
-¿Y nuestro baile? - me dice Nick.
-Eeee claro.
Nick me agarra de la cintura, su cercanía me hace ponerme enferma. Empezamos a bailar en medio de la pista. Damos varios pasos, me da varias vueltas, llega un momento que me da la vuelta, me pone de espaldas pegada a su pecho y noto su aliento en mi nuca, se acerca muchísimo a mí. Pero entonces, los recuerdos del muelle de Santa Mónica vuelven a mí. No quiero que vuelva a hacerme a hacerme daño, no quiero volver a sentir ese sentimiento de amargura, esa sensación me arrastra. Paro de bailar, me vuelvo hacia él y le digo:
-Te tengo que deja, me esperan. - digo señalando a mis amigos.
-Recuerda nuestra quedada para tomar algo.
-Claro.
Justo en ese momento Aitana aparece coge a Nick del brazo y se le lleva, debo de ser idiota, pero decido olvidarlo. Quiero pasar la noche con los demás y pasarlo bien.
Lo bueno del resto de la noche, es que la noche me sale gratis, ya que después de la jugada de Sam, para hacerme cantar, él me invita al resto de las copas.

AISLING . ENTRE CENIZASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora