Aquí estábamos todos, parecía mentira que hubiera transcurrido tan solo un escaso mes desde que puse un pie en la universidad. De repente me encontraba rodeada de gente que acababa casi de conocer, y a algunos de ellos ya los llamaba amigos, mis amigos. Todo había cambiado y algo estaba empezando a pasar, me sentía feliz de estar con todos ellos y además contenta de estar aquí, en el Muelle de Santa Mónica.
Hacía algo de viento y el pelo se me revolvía, pero no podía evitar sonreír. Cuando alzo la vista los ojos de Patrick se topan con los míos, igual que en el coche. Él también sonríe ¿por qué tengo la impresión de que todo es demasiado fácil con él?
—¿Disfrutando de las vistas pelirroja?
—Claro —digo mientras miro la playa.
Me coge de la mano y con un simple gesto me indica que lo siga. Mi corazón empieza a latir de forma atropellada. Por seguirle estaba aquí, y por ello me sentía feliz. Con él todo era fluido, demasiado fácil, como si a pesar de todo, la vida y las circunstancias me estuvieran dando una segunda oportunidad, para comenzar de nuevo. Le sigo, y tengo la sensación de que este camino, es el camino de la felicidad.
Me río, pues Patrick tira de mí, los demás están decidiendo donde comer o incluso alguno de ellos, contando alguna anécdota. Las olas están rompiendo en la playa, se levantan y caen de manera constante, sin cesar, yo, soy como ellas, pero ahora no me caigo, justo ahora en este momento, aquí, en el muelle, me estoy empezando a levantar.
—Un dólar por tus pensamientos, pelirroja.
—No estoy pensando en nada.
—¿Sabes que mientes muy mal verdad?
Sonrío, no quiero decirle lo que pienso, no ahora. Muchas veces me veo como las bailarinas que tienen que ponerse en puntas y mantener el equilibrio, un paso en falso, sólo uno, y vas al suelo, y hoy, quiero estar de pie.
Por fin los todos deciden, donde ir a comer. Han decidido ir a un puesto de comida variada, donde tienen tanto ensaladas y comida sana, como hamburguesas, perritos calientes y todo tipo de comida típica americana.
Cuando conseguimos sentarnos y empezar a comer, Sam cuenta una de sus anécdotas. En ella su tío se tragó una espina de pescado y se la tuvo que sacar por el culo.
—No sé si te has percatado de que estoy comiendo — dice Carla mientras suelta el sándwich, poniendo cara de asco.
—Querida, se metió el dedo por el ojete, porque la espina se le había atravesado ¿qué hay de malo en eso?
—Definitivamente me acabas de quitar el apetito.
Todos nos echamos a reír, estaba claro que no era el momento de hablar de mierda en la mesa, pero Sam sencillamente, era así. Yo arrugue la nariz por el asco, pero aun así, no paraba de reírme. Por otro lado, Kim y Vanessa se sumaron a la causa de Carla y su ensalada quedó intacta. Yo en cambio, no iba a dejar de comer por eso ¿no?
Después de comer, decidimos montarnos en varias atracciones. Sam ganó a Lionel en varias partidas de dardos, Mike, Patrick, Alex y Nick compitieron haber quien tenía más fuerza, todos llegaron hasta el final de la báscula, aunque tuve la impresión de que Alex, iba más que sobrado en ese tema.
Después de pasar por casi todos los puestos de dardos, tiro al blanco, bolos, pesca, montar dos veces en la montaña rusa, decidimos ir a una de las atracciones medio tranquila. La noria.
Llegamos a la noria, Patrick ni se lo piensa.
—Oye pelirroja, tú vas conmigo —dice mientras me guiña un ojo .
—No te voy a decir que no.
—¿Ya has descubierto que negarte no sirve de nada?
No puedo evitar poner los ojos en blanco, pues como diría mi padre "no tiene abuela".
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AISLING . ENTRE CENIZAS
Teen FictionTras la pérdida de su primer y gran amor, el mundo de Eli se derrumba. El amor, la amistad y la confianza serán las claves para salir adelante. Después de todo, ¿ podrá abrir su corazón una vez más?... Lo difícil será volver a empezar.