Tu cuerpo estaba temblando un poco. Intentabas mantener tus piernas lo más quietas que se pudieran, pero por la situación no lo lograbas. Inhalaste y exhalaste varias veces seguidas para tranquilizarte, pero por más que lo hacías, parecía ser que te desesperabas más. Todo comenzaba a volverse cada vez más asfixiante.
Las personas estaban quizá igual de inestables que tú. Después de todo, nada agradable salía de venir a un hospital, a excepción de cuando vienes a dar a luz. Una señora embarazada estaba a unos cuantos asientos del tuyo. Era una mujer con la piel azulada y el cabello negro con tonalidades marinas. Sus extremidades estaban llenas de escamas justo como un pez. Su estómago hinchado te hizo desbloquear un recuerdo lejano.
El día que te enteraste que estabas embarazada.
Para muchas mujeres probablemente hubiera sido el mejor día de su vida, pero para otras era una noticia terrible y horrorosa que ni siquiera querían concebir. Bueno, tú fuiste de esas.
Mentirías si dijeras que Yuma fue deseado. Jamás lo fue e incluso, intentaste hacerte un aborto más de una vez. El odio y el dolor que sentiste cuando te enteraste que serías madre no podrían compararse con algo similar.
Sin embargo, a pesar de eso, luego de que tuviste a tu hijo entre tus brazos, todo ese odio se esfumó en un instante y juraste protegerlo a toda costa, incluso de tu propia vida.
Antes de que dejarás de ver a la mujer embarazada, un quejido a tu lado te alarmó y giraste tu cabeza en aquella dirección. Yuma se movía con una mueca de dolor en su rostro mientras que Dabi le daba unas cuantas palmaditas en la espalda.
Para cualquier persona se le haría tierno el gesto, pero no para ti. Mucho menos viniendo de él.
La puerta del consultorio se abrió y de ahí salieron dos niños junto con su madre. Ambos infantes tenían uno de los brazos enyesados. Después de que se fueran, una doctora salió con una lista que leyó:
— Yuma Asari — nombró. Instantáneamente, tú y Dabi se levantaron de su asiento para caminar hacia la doctora que se hizo a un lado para que ambos pasaron dentro. Luego la doctora cerró la puerta detrás de ella.
Se sentaron frente al escritorio. Dabi traía esa chamarra negra que le cubría la cabeza y la mitad del rostro, solo se le podían ver sus ojos y parte de las manos. Pensaste que probablemente levantaría sospechas con los demás, pero fue todo lo contrario.
— Bueno, ¿Qué sucede? — preguntó la doctora mientras se sentaba frente a ustedes.
— Ah...bueno, él tiene fiebre — respondiste. La mujer se levantó con un termómetro en la mano, que le colocó debajo de la axila a tu pequeño.
— ¿Qué tipo de quirk tiene?
— De fuego — respondió Dabi.
— ¿Lo ha estado utilizando frecuentemente?
Negaste con la cabeza.
— Casi nunca lo utiliza.
— ¿Salió y no se cubrió? Ha estado haciendo mucho frío.
Lo pensaste por un momento, pero en tu cabeza no había ningún recuerdo que te dijera algo relacionado a eso. No obstante, antes de que si quiera pudieras responder, Dabi habló.
— Una noche salimos al parque a jugar y hacía demasiado frío, luego regresamos a casa. Estaba la calefacción — respondió.
—Pudo ser eso — añadió la mujer y comenzó a tocar el rostro de tu pequeño. El termómetro comenzó a sonar, indicando que su proceso había terminado. Por el rostro que colocó, una intuición de que tenía algo grave.
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Incluso si no me amas; Dabi
Fanfiction- ❝En dónde tienes un hijo con Dabi❞ O - ❝Eres la nueva tutora de Touya Todoroki❞