Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ¹⁴: Dᴇꜱᴇᴏ, ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ.

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Advertencia: Sexualidad.

La tarde parecía ser una eternidad.

Una infinidad de colores anaranjados y rojos que se mezclaban en un horario perfecto para cualquier actividad. El clima era perfecto para hacer lo que quisieras y además era reconfortante de alguna forma.

¿Entonces porque te sentías tan ansiosa por tener a Touya a tu lado?

Estabas tan estoica como una estatua y tus manos temblaban de los nervios. Parecía que alguien hubiera metido su mano invisible dentro de tu estómago para revólverte las entrañas de un golpe.

Tu mente divagaba dentro de tus pensamientos, haciendote ajena a la realidad. ¿Era posible que alguien como Touya hiciera eso? ¿Acaso corrías algún tipo de peligro, involucrandote con él? ¿De que cosas era capaz?

— ¿A ti qué te pasa? — preguntó Touya, levantando la vista de su tarea. Su voz te trajo a la realidad en un par de segundos y parpadeaste dos veces.

Él se había dado cuenta demasiado pronto de tu desconecte a este mundo.Su mirada estaba sobre ti, podías verlo por el rabillo del ojo y también podías sentirlo, puesto que la forma en que miraba era demasiado fuerte. Tragaste en seco.

Tu mirada se perdió unos segundos, tratando de pensar lo que le ibas a decir. No sabías si ir directamente al tema o quizás solamente envolverlo hasta que soltará la información. Este niño era una caja de sorpresas y ahora con esto, incluso podía hacer alguna locura.

— Touya — lo llamaste y él levantó la cabeza. — Daisuke habló conmigo en la mañana.

— ¿Te dijo algo? ¿Te molestó? — cuestionó con prisa. — ¿Sigue molestándote?

Su reacción fue muy evidente ahora que lo sabías. Apretaste tus labios con ansía.

— No, Touya — proseguiste con cautela. — Me mostró una foto de su casillero incinerado y con una amenaza, ¿tuviste algo que ver?

Bajó la cabeza como si lo hubieras regañado. Claro, por supuesto que lo hizo él, pero ¿por qué?

— ¿Porque lo hiciste, Touya? — le preguntaste en un tono tranquilo, por que no querías que se lo tomara a regañó. Querías ser lo más flexible con él. No deseabas que esa confianza que tanto tardaste en formar se desvaneciera en un segundo.

— ...yo no quería que te hiciera nada.

Fue casi un susurro, pero por la proximidad de ambos, pudiste oírlo claramente. Siguió haciendo su tarea, con la cabeza gacha. Te sentiste un poco mal, pero sabías que fue lo correcto. No podía ir por la vida, amenazando a quien quiera meterse contigo. Sin embargo, deslizaste tu mano sobre la de él y se sorprendió por la repentina muestra de afecto.

Te miró con ojos suplicantes.

— Está bien que quieras protegerme, pero no fue la forma, Touya — le explicaste. — Además yo me sé cuidar sola. Agradezco tu gesto, pero para la próxima, dime antes de cometer una locura, ¿de acuerdo?

Touya esbozó una diminuta sonrisa y asintió.

— Ven, aquí. Dame un abrazo.

Te acercaste a él con los brazos abiertos y él no dudó mucho en hundirse en tu pecho. Lo envolviste entre tus brazos mientras que él rodeaba sus brazos en tu espalda baja. Pudo escuchar tu corazón tan cerca que hizo que su propio corazón se acelerará.

Se sintió cálido.

Escuchado.

Amado.

Cerró sus ojos con fuerza al mismo tiempo que dejaba que tu calor corporal le llenará su angustiada alma. Su corazón latía con felicidad y con esa sensación que lo hacía sentir pleno, tan pleno que ni siquiera notó que su entusiasmo repercutió en su pequeño cuerpo.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora