Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ³³ : Nɪɴ̃ᴀ.

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Un pequeño piquete te hizo cerrar los ojos. El médico que reemplazo a Ujiko-san era bastante agradable, aunque más leal que el anterior. Habían pasado varios meses desde que todos se enteraron de tu embarazo. Tomura fue descarado. Primero, felicitó a Dabi y al ver el odio en su mirada, se felicitó a sí mismo. 

Tu esposo estaba a punto de matarlo si no fuera por que Spinner le pidió que se mantuviera a raya de la situación.

Las visitas con el médico empezaron a ser semanales, más por tu historial de gestación. Tomura se enteró que habías tenido otro aborto y pensó que no iba a arriesgarse.

Para cuando llegó abril, ya te encontrabas en el octavo mes de embarazo, lo cual para ti, era casi como un milagro.

Aunque no fuera del todo un milagro. El tiempo pasaba y la guerra se aproximaba cada vez más.

Miraste el fondo de la habitación. Sin brillo. Sin esperanza. El dolor del líquido intravenoso era un dolor minimo, comparado con el que ya habías sentido tiempo atrás. El médico termino por tomarte la presión arterial y luego, venía lo último de la sesión.

Shigaraki, como siempre, estaba ahí.

Aunque esta vez era especial

Habían podido conseguir una máquina para realizar un ultrasonido. Previamente, no te habían podido hacer ninguna por la situación en la que se encontraban, pero Tomura se las ingenió para conseguir una.

El médico te coloco algo de gel helado sobre la parte inferior de tu vientre. Te dio algo de escalofríos. Luego, posó la sonda contra tu piel.

En el monitor de la máquina, apareció rápidamente la forma de tu útero junto con el saco amniótico que contenía a tu bebé.

— Es una niña — exclamó el médico —. Felicidades.

Tu corazón latió de felicidad. Una niña. Algunas lágrimas quisieron salir de tus cuencas, pero decidiste que no era el momento. No querías que Shigaraki te viera en un estado tan vulnerable.

El portador del All for One no dijo ni una sola palabra ante la revelación del sexo. Pensaste que quizás esperaba que fuera un niño.

A tu mente, llegó el rostro de Dabi. No sabías cómo es que ibas a decirle que tendrías una niña.

El médico te dijo que la bebé venía en perfectas condiciones, no tenía malformaciones, tampoco tuviste riesgos de aborto a pesar de tus cambios emocionales y todo indicaba que sería un parto exitoso. Te menciono que tendría que ser natural, ya que no contaban con el equipo para una cesárea.

Tuviste algo de miedo, ya que la vez que diste a luz a Yuma casi te desangras.

Sin nada más que agregar  el médico se despidió y te dejo sola con Tomura. Había adquirido nuevas cicatrices por la batalla que tuvo con Stars and Stripes, la cual tristemente ganó.

Se acercó a ti mientras se acariciaba el mentón. Parecía estar meditando. Para serte honesta contigo misma, no querías que te dijera nada, porque para lo único que abría la boca, era para hacerte enojar. Anhelabas que se quedará en silencio, pero sabías que eso no sucedería.

— ¿Que es lo que quieres? — cuestionaste primero, al verlo merodeando por todo el lugar —. ¿Quieres burlarte de mí? ¿Atormentarme? ¿Más de lo que ya lo has hecho?

Shigaraki esbozó su sonrisa de desquiciado al mismo tiempo que se acercaba con paso firme hacia ti.

No pudiste evitar sentirte pequeña cuando lo sentiste cada vez más cerca. Tomó lugar a lado de ti, sobre la camilla. Su mano, llena de cicatrices y callos te tomó de la mandibula con cuidado. Como si fueras una diminuta muñeca de cristal.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora