Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ¹³: ꜱʜɪɢᴀʀᴀᴋɪ, ᴇʟ ᴏᴛʀᴏ ᴀᴍᴀɴᴛᴇ.

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Nota: Desde este punto de la historia, se vuelve un poco más turbia en cuanto a la relación entre Dabi y ustedes, nada más les estoy avisando para que no me funen despues 😭🙏

Nota2: La playlist que publique no me deja compartirlAAAA😫

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Sus ojos rojos como la sangre se encontraron con los tuyos. Le sostuviste la mirada porque tu madre no había criado a una cobarde. Sus pies se dirigieron hacia ti en una caminata lenta y espaciada, sin dejar de lado el contacto visual hasta que tuviste su pecho fornido frente a tus ojos.

— ¿Querías verme? — preguntaste con todo el coraje del mundo aunque por dentro, estabas temblando.

La mirada de Shigaraki se afilo cual cuchillo.

— Sigues siendo una perra hocicona

Le dedicaste una sonrisa de suficiencia, mientras que Shigaraki apretaba los puños con fuerza.

— ¿Solo querías decirme eso? — preguntaste y Shigaraki, en un movimiento rápido, colocó la palma de su mano alrededor de tu cuello.

— Shigaraki — amenazó Dabi a tus espaldas.

La mano del nombrado se deslizó lejos de tu cuello, pero su rostro se acercó a centímetros del tuyo. Podías respirar el mismo aire que él. El olor que desprendía a quemado era tan asqueroso como las cicatrices sobre su cuello.

— Debo de dejar algo en claro — murmuró con su voz ronca. — Vuelves a hacer algo como lo de hoy y te juro que no voy a tener piedad de ti, aunque tu mocoso lloré.

Tragaste saliva en seco. Esa amenaza fue capaz de voltear tu mundo, pero sin embargo, no dejaste que te intimidará.

— Sí hubo una primera, habrá una segunda. No lo dudes — declaraste con veneno.

Shigaraki entrecerró los ojos.

— ¡Salgan de aquí! — gritó él. Su mirada oscurecida por el odio se dirigió al doctor Ujiko y a Dabi, quien evidentemente se negó a dejarte sola con su líder. — ¿Acaso ambos desean desafiarme?

— Es muy fácil hacerlo — respondiste.

No pasaron más de dos segundos para que la mano de Shigaraki estuviera sobre tu mentón, presionando con una fuerza impresionante y te llevó en dirección a la camilla. Trataste de luchar, pero era evidente que él te ganaba en fuerza. Te azotó contra la camilla sin ningún tacto.

Su palma se deslizó hacia tu cuello y comenzó a presionarla. Acercó sus labios secos y partidos hacia tu mejilla, para luego comenzar a acariciar esa zona con esa parte de su cuerpo.

— Te está mirando — susurró cerca de tu oído. — Tiene los puños cerrados de rabia, pero no me dirá nada porque sabes que es tu castigo.

En efecto, Dabi está mirándolos fijamente con los puños apretados y una mirada burbujeando en odio que hasta el más valiente tiembla.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora