Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ¹⁶ : Dᴇsᴇᴏ, sᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ.

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A Touya nunca le llamaron la atención las niñas. O al menos que recuerde ninguna le había llamado la atención.

Ni siquiera cuando entró a la secundaria que era la época donde debían de gustarle.

Quizás era porque tenía otras metas en mente en vez de estar viéndole las tetas a alguna compañera de su aula como muchos de sus compañeros hacían.

Siempre le pareció curioso que fuera el único que no le veía el sentido estar babeando por un ser que solo hablaba por hablar y sus únicas preocupaciones era ser bonitas y tener novio.

Para Touya, la mayoría de mujeres eran iguales. Siempre querían meter su cuchara donde nadie les dijo que la metieran.

Así era su madre, su hermana, su abuela, Setsuko Hannahaki, la cerebrito del salón, la enfermera y hasta podría decir que su nueva tutora se sumaba a la lista.

Sin embargo, después de su accidente en tu casa, supo porque sus compañeros estaban tan embelesados con los atributos femeninos.

Lo supo en cuanto vio la forma en la que su cuerpo reaccionaba ante el tuyo.

Su entrepierna siempre se erguía cuando lo abrazabas o sus ojos dejaban de ver el cuaderno para ver tus piernas desnudas. El calor le invadía el cuerpo con tanta intensidad que a veces tenía que irse temprano a su casa a aliviarse.

Mentiría si no dijera que no siguió recurriendo a esos sitios para adultos.

Los CD dramas fue lo que más veia aunque en poco tiempo comenzó a ver vídeos.

Videos donde las personas tenían relaciones sexuales.

Obviamente con censura por que sabia que era ilegal ver pornografía sin censura. Y lo que menos quería es que alguien más se enterará de que estaba visitando dichas páginas web.

Había una gran variedad de videos para su disfrute, aunque le hubiera gustado ver las escenas sin censura, pero se acostumbro más rápido de lo que pensó.

De hecho, no fue un problema para él.

Tan solo mirar un poco del video y las entrepiernas pixeladas de ambos actores era suficiente para que su mente divagará.

Se imaginaba en el mismo escenario, pero contigo.

Le decías cosas lindas al oído, como "eres un buen chico" o "estoy orgullosa de ti" mientras que lo llevabas de besos por toda la cara. Ese escenario siempre hacía que sus caderas convulsionaran de placer al mismo tiempo que seguía bombeando su miembro.

Las lágrimas adornaban sus ojos por el calor que se producía sobre su vientre hasta que por fin encontraba su liberación, manchando sus cobijas y su ropa en el acto.

A veces lo hacía dos o tres veces porque se ponía a pensar en ti y su entrepierna volvía a ponerse rígida.

Era realmente un espectáculo, pirque jamas pensó que podía llegar a sentirse así por alguien. Mucho menos si se trataban de pequeñas cosas.

Era un problema ya que en la escuela era difícil de controlar.

Te veía caminando por los pasillos, moviendo las piernas desnudas y tu trasero con gracia. No sé atrevía a verte los pechos porque no era un pervertido.

O ¿si lo era?

No estaba seguro.

Quizás solamente no quería aceptarlo.

De lo que sí estaba seguro es que tú presencia lo hacía estremecer y quería estar contigo todo el tiempo. No importaba si era lo mínimo.

Quería estar cerca de ti.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora