Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ¹⁵: Pʟᴜᴍᴀs

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Yuma estaba acurrucado junto a ti sobre tu cama. Parecía estar tan agotado y no era para menos, había estado batallando con esa enfermedad, que gracias a tus cuidados, se recuperó rápidamente, pero lo dejó demasiado cansado.

Tsuki no kobune wa yureru yo¹ — cantaste con suavidad —. Yura-yurari-yurari²

Te inclinaste para darle un beso en la frente y acariciar su melena rojiza.
Había crecido muy rápido.

Te sentiste melancólica al recordar cuando nació y que en menos de un mes, sería su cumpleaños. El número seis.

Yuma se removió en su lugar mientras encontraba una posición en la cuál colocarse.

— Ya me voy — te dijo desde las escaleras. Levantaste la mirada para ver a Dabi y sus ojos se encontraron, luego rapidamente volviste a mirar a Yuma. Sin embargo, sabías que no se iba a quedar conforme con solo una mirada y ya. Él bajó las escaleras nuevamente, caminó hacia ti con pasos feroces y te tomó del mentón cuando estuvo lo suficientemente cerca de ti —. No entiendo a qué va esa mirada.

— ¿Y tú por qué crees? — interrogaste con ironía y molestia. Su mirada se afiló como una navaja.

— No lo sé. Por algo te pregunto.

Apretaste los dientes con fuerza cuando una ira y los recuerdos de anoche te resolvieron el cerebro y las entrañas. Ya te habías acostumbrado a su trato, sin embargo, ese día llegó a un límite nuevo que creías sería incapaz de sobrepasar.

Te habías equivocado nuevamente.

— ¿Crees que lo hiciste se me olvida? — cuestionaste con rabia y los ojos a punto de derramar lágrimas de furia.

Dabi desvío la mirada hacia otro punto de la habitación. Sabía de lo que hablabas y genuinamente, se sentía mal contigo. Carraspeó mientras suavizaba su agarre en tu barbilla. Eventualmente te dejo libre de sus manos.

Se alejó de ti lentamente mientras se perdía dentro de su cabeza hasta que simplemente se levantó y volvió a subir las escaleras.

— Sí necesitas algo, ya sabes a quien llamar.

Fue lo único que te dijo antes de desaparecer escaleras arriba. El sonido de la puerta cerrándose te dio cierta serenidad que hace mucho tiempo no tenías.

Dejaste salir un suspiro mientras volvías a ver a Yuma. Comenzó a removerse sobre su lugar, indicándote que probablemente ya iba a despertar.
Te levantaste de la cama para ir a la cocina.

Dabi había cambiado la longitud de la cadena por una más extensa, porque después del encuentro con Shigaraki, se volvió un poco más flexible.

Aunque no del todo.

El doctor Ujiko modificó el metal de la cadena para que te diera choques eléctricos si intentabas forzar la cadena. Así que no todo fue tan bonito.
Llegaste a la cocina en tres pasos y comenzaste a lavar algunas verduras que Dabi te trajo el día de ayer. Pensabas hacer sopa de verduras con onigiris de pescado y camarón.

Al contrario de Dabi, a Yuma le encantaban los mariscos.

Llevaste las verduras a la mesa para comenzar a cortarlas, pero una prenda de ropa estaba en medio del camino. Pertenecía a tu esposo.
Era su chaqueta de cuero que usualmente llevaba. Estaba sucia.

De sangre.

Así que te pidió si podías lavarla.

Accediste con la condición de que te trajera ingredientes para prepararle un pastel de zarzamora a Yuma por su cumpleaños.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora