TW: Suicidio.
En un parpadeo podían pasar miles de cosas. Un segundo era suficiente para cambiar el flujo de tu destino. Una decisión podría ser la destrucción de tu propia vida o la salvación. La balanza se equilibra según las circunstancias y en ese mismo momento, decidiste hacer que de cualquier forma posible, tu bebé recién nacida respirara.
De alguna forma, comenzaste a darle golpes en el estomago para que reaccionará y luego, incluso tu misma le soplaste en la cara. Nozomi, por suerte, comenzó a respirar.
Agradeciste al cielo. Seguiste tu camino hacia la salida, justo como habías acordado con Yuma. Querías ser rápida, puesto que el lugar estaba a nada de caerse en pedazos y no querías quedar atorada entre los escombros. El dolor del parto aún estaba tan presente como el llanto de tu bebé, pero no era momento de flaquear.
Te lastimaste el pie tratando de brincar una roca y la sangre brotó de tu piel, sin embargo, le hiciste caso omiso a tu herida. Mantuviste el paso hasta que por fin lograste ver la salida y la pequeña silueta de Yuma corriendo en tu dirección.
— ¡Mami! — exclamó, saltando entre las piedras. En cuanto llego a tu lado, hizo lo que pudo para ayudarte a caminar más rápido. Los dos estaban conscientes de que ya no había tiempo.
Yuma se colocó detrás de ti para seguir empujandote, puesto que tu cuerpo ya no estaba reaccionando por el cansancio y todavía faltaban algunos metros para salir de ahí.
— ¡Vamos mami, falta poco! — exclamó tu hijo, haciendo su mayor esfuerzo.
Forzaste a tus piernas a seguir su camino y el mismo ritmo. La salida estaba a unos cuantos pasos más, pero fue una mala jugada del destino que una enorme piedra cayera detrás de ti.
El impacto hizo que salieras disparada de la cueva. Por suerte, lograste mantener a salvo a Nozomi. Saliste del refugio con unos cuantos rasguños y el cuerpo repleto de polvo. Empezaste a toser, seguidamente limpiaste a tu bebé con tu ropa y luego tu mente cayó en cuenta.
El terror se subió hasta tu cabeza, tu corazón comenzó a latir con horror dentro del pecho y tus ojos se llenaron de lágrimas. Giraste hacia atrás, mirando la entrada del refugio que estaba destruida por las piedras.
— ¿Yuma...?
El horror y el dolor hicieron un torbellino de emociones dentro de tu pecho. Las lágrimas resbalaron por tus ojos y los gritos de agonía salieron ardientes de tu garganta. Tu corazón se destrozó en millones de pedazos, incapaz de volver a recuperarse. Todavía estabas en negación. No podía ser posible.
No, Yuma, no.
Él no podía haber....
No podía haberse convertido en un ángel.
No obstante, la negación siguió latente incluso después de que los héroes llegarán. Hawks fue el primero en ir a ayudarte y tomó a Nozomi entre sus manos mientras que Shoto corría para su reencuentro.
El corazón de Todoroki se rompió al verte tan perdida, con los ojos llenos de lagrimas y aferrada a la idea de que Yuma seguía vivo. Muy a pesar de que tu misma viste como sacaban su pequeño cuerpo de entre las piedras.
No hace falta decir que por tu condición, te llevaron al hospital. Atendieron todas tus heridas, te colocaron un tranquilizante para que pudieras descansar, porque estabas demasiado alterada cómo para hacerlo.
El efecto del tranquilizante hizo su trabajo y te quedaste profundamente dormida. Estuviste en ese estado por lo menos unas horas, soñando con tus hijos y Dabi. Era un sueño muy bonito, en dónde los cuatro vivían en una casita en la playa.
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Incluso si no me amas; Dabi
Fanfiction- ❝En dónde tienes un hijo con Dabi❞ O - ❝Eres la nueva tutora de Touya Todoroki❞