Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ⁴⁰ : Yᴜ̄ᴍᴀ Tᴏᴅᴏʀᴏᴋɪ, ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ.

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Fuyumi bajo del auto con una velocidad impresionante. Ni siquiera espero a que el coche se estacionara de una forma adecuada ni tampoco espero a que Natsu bajara con ella. La única hija de la familia corrió hacia la entrada del hospital, a pesar de traer tacones y de no tener un acondicionamiento físico extraordinario.

Subió las escaleras de dos en dos, llevandose algún tropezón y uno que otro golpe. Su hermano menor tenía la misma prisa que ella, pero no logró alcanzarla. Fuyumi cruzó la entrada de hospital, con el rostro sudado.

Giró el rostro en todas las direcciones en busca del menor de sus hermanos. Su corazón estaba latiendole como un verdadero desquiciado y su presión estaba en un nivel muy alto. Podía saborear la adrenalina en lo profundo de su boca.

— Onee-san — escuchó.

Fuyumi detuvó su búsqueda en un punto fijo. El rostro lastimado de Shoto apareció en su rango de visión. La angustia reflejada en su mirada no le traía ningún tipo de paz a su hermana mayor, quien se acercó a Shoto con pasos firmes (a pesar de que sus manos estaban temblando).

Cuando estuvo frente a su hermano menor, se apoyó de los musculosos brazos del menor y lo miró fijamente a los ojos buscando una respuesta para calmar su histeria. Shoto bajó la mirada.

— Lo están revisando — murmuró como respuesta — . No estaba herido.

El corazón de Fuyumi empezó a latir con más calma, pero todavía no sabía toda la información.

—  ¿Y ella? — cuestionó su hermana mayor. Se aclaró la garganta antes de añadir: — . ¿Y (Nombre)?

Shoto levantó la mirada hacia los ojos de su hermana. Apretó los labios con fuerza antes de empezar a negar con la cabeza levemente. Fuyumi esperó a que algo saliera de la boca de su hermano, alguna respuesta, lo que fuera para que su corazón dejará de latirle con tanta ansía. Aunque probablemente, en realidad prefería quedarse sin saber.

—  No...no — la voz de Shoto comenzó entrecortarse — . No pudimos...salvarla.

La mujer observó con detenimiento como los ojos desiguales de su hermano empezaban a cristalizarse. Las lágrimas se acunaron en sus cuencas, pero claro, se trataba de Shoto. Ese niño que decidió sumergir sus emociones. Sin embargo, toda esa careta de adolescente estoico, se derrumbó en cuanto Fuyumi decidió abrazar a su hermano menor con fuerza.

El bicolor tomó este acto de sorpresa. Ni siquiera supo cómo reaccionar, pero estaba demasiado abatido como para resignarse a ignorar sus emociones. Hundió el rostro en el cuello de su hermana mientras envolvía su dimuta anatomía entre sus fornidos brazos.

—  No pude salvarla — chilló — . Llegue tarde.

—  Está bien, Shoto — murmuró Fuyumi con la tristeza sobre los ojos — . Está bien.

Los dos se abrazaron con fuerza mientras ambos derramaban sus propias penas en silencio. Cuano Natsu llegó a la escena, supo que alguno de los dos involucrados había acabado faltal y por la mirada de dolor de su hermana mayor, supo que no se trataba de su sobrino.

El segundo varón de los Todoroki se permitió llorar por la noticia antes de que una doctora apareciera en escena e irrumpiera en el sentimentalismo.

—  ¿Yuma Todoroki? — dijo con voz fuerte. Shoto y Fuyumi se separaron del abrazo. El menor se limpió las lágrimas saladas con las palmas de sus manos mientras que la mayor se acercaba a la doctora con los ojos hinchados y llorosos.

—  ¿Cómo está? — preguntó Fuyumi — . ¿Él está bien?

—  Bueno...hay varias cosas que quiero decirle — dijo la doctora — . Acompañeme.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora