Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ⁴¹ : Yᴜ̄ᴍᴀ Tᴏᴅᴏʀᴏᴋɪ, sᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ.

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Existe otro tipo de crueldad en los niños. Suelen ser desde comentarios hirientes hasta acciones violentas que vienen desde la malicia y la inmadurez. Sin embargo, dejan una gran herida dentro del corazón de los afectados.

Yuma desconocía cuantas heridas tenía su joven corazón.

Lo único que sabía es que no importaba cuantas tuviera, todas comenzaron a sangrar al mismo tiempo.

Los niños en la escuela lo molestaban con el tema de su familia. Eran comentarios muy hirientes que solo hacían llorar a Yuma. Solían decirle acerca de su padre, de su abuelo y de su madre. Decían que era un bastardo que debió de haber muerto junto con su mamá y su hermana o que era igual de asqueroso que su padre. La mente de Yuma trató de ignorar ese tipo de comentarios, porque se convenció de que solo él sabía la verdad.

No obstante, cuando los niños notaron que él dejó de hacer caso a sus comentarios, empezaron los golpes.

Al principio se trataba de un golpe "amistoso" o de un empujón ocasional, pero eventualmente se volvieron cada vez más bruscos. La mayoría de las veces lo perseguían para golpearlo, pero gracias a Dios, Yuma era más rápido, aunque en algunas ocasiones si lograban atraparlo. Los moretones y las heridas fueron difíciles de cubrir, especialmente para los ojos pendientes de su tía.

Fuyumi pasaba algunas cosas por alto, no es que quisiera, pero finalmente entendió lo difícil que era ser madre, trabajar y cuidar de una casa al mismo tiempo. Claro que trataba de estar pendiente de su sobrino, pero el niño tampoco cooperaba mucho. Yuma solo le decía las cosas buenas de la escuela como que había aprendido algo nuevo o que la profesora lo había halagado. Por lo que esa fachada de "no sucede nada malo" logró calmar a Fuyumi, incluso pensó que la idea de que fuera a la escuela había sido excelente.

Yuma dominó el arte de esconder moretones a los cuatro meses de haber entrado a la escuela. También se dedicó a mentir. Aunque sus mentiras dolían menos que su realidad.

El niño todavía tenía ese hueco en el pecho que ninguna cosa, persona o sentimiento era capaz de llenar. Fingía sentirse mejor para que su tía no se preocupaba, por que el mismo sabía todos los sacrificios que ella estaba haciendo por él y lo que menos quería es que sintiera que sus problemas eran una carga.

Esos problemas se volvieron cotidianos en la nueva vida de Yuma. Tenía la esperanza que los niños y los medios dejaran de apuntarle con el dedo y llamarle "el hijo del villano" al día siguiente, pero nunca sucedía. Extrañaba a su madre, demasiado. Pensaba en ella constantemente y en su hermana. En su padre. En Twice, en Toga y en Spinner. Le parecía tan increíble como las cosas habían cambiado en tan poco tiempo.

Y en un parpadeo, estaba cumpliendo siete años.

Habría pasado un año después de la muerte de su familia, aunque no era correcto decir eso puesto que estaba con su familia. Fuyumi le había preparado un pastel de chocolate para celebrar su primer cumpleaños reunido con la mayoría de los Todoroki. Natsu dejó de lado sus estudios para celebrar a su sobrino, así como Shoto. Endeavor decidió tomarse el día al igual que Fuyumi.

Se reunieron en la casa de su abuela. Su tía pensó que sería buena idea invitar a algunos compañeros de su clase a la fiesta. Yuma no se enteró de este pequeño detalle hasta el día de la fiesta. Ciertamente no supo que cara poner cuando vio a sus matones celebrando en su propia celebración.

La fiesta no tenía ninguna temática en especial, solo era un cumpleaños común y corriente. Había algunos juegos, parecidos a los de un circo. De esos que tienes que explotar el globo con un dardo o dar en el blanco con un aro de plástico. También había dulces, regalos y muchos niños. Niños que en su mayoría ni siquiera conocía.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora