Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ₁₀﹕ Aᴘᴇɢᴏ

3.9K 415 63
                                    

Al final, Touya recibió un castigo menor del original: hacer servicio comunitario lo que le restaba del semestre.

Era nada, comparado con lo que el director había decidido. Aunque no era de extrañarse que cambiará de opinión, después de que el padre de Touya apareciera en las instalaciones.

El señor Todoroki, sin duda, era una persona desagradable desde tu punto de vista y solo lo habías visto en un par de ocasiones.

Ahora entendías un poco del comportamiento tan problemático de Touya.

— Que sea un héroe no lo exenta de las demás cosas ¿Qué tal que es un violador y no le hacen nada solo porque es un héroe? — cuestionó tu madre para sí misma.

Le diste un sorbo a tu taza de café con leche y te encogiste de hombros.

— Puede que solo sea desagradable por fuera — comentaste —. Podría ser que sea una buena persona.

— Solo Dios y su familia sabe.

— Podría preguntarle a Touya — admitiste.

— No lo hagas. Recuerda que solo viene a estudiar y tampoco te encariñes mucho, digo, no me gustaría tener a ese hombre como consuegro.

Soltaste un bufido antes de darle un mordisco a la tarta de limón que hizo tu madre. Vivían en un departamento bastante agradable y moderno. Estaba ubicado en la puerta 24 del piso 8.

Tenían una pequeña área comunitaria en la planta baja y era compartida con el otro edificio del frente que era de la misma constructora.

— ¿A qué hora llega? — preguntó tu madre, mientras se secaba las manos.

— Les dije que a las cuatro — respondiste y miraste el reloj: cinco para las cuatro.

— Bueno, me voy. Hoy trabajo doble turno — anunció —. Puedes ir a comprar frituras y esas cosas que les gustan. Te dejo dinero en la vaca.

— Está bien, mamá — respondiste. Ella agarró su bolso negro y antes de irse, te dio un beso sobre la frente. La viste salir por el marco de la puerta, pero se detuvo y le sonrió a alguien que no lograbas ver.

Dijo algunas cosas para que luego Touya apareciera desde el pasillo y entrará a tu casa. Traía parches por toda la cara y las cicatrices parecían ser recientes. Había pasado alrededor de un mes desde el incidente de la escuela y aun te preguntabas porque las tenía.

— Hola — lo saludaste.

— Hola — dijo como siempre.

— Siéntate — señalaste el juego de sillones blanco. El peliblanco tomó asiento en el más largo, dejó sus pertenencias sobre la mesa del centro y tú te sentaste en el sillón individual que estaba a la derecha de Touya.

La puerta principal se cerró, dejando en claro que ahora solo eran ustedes dos. Inhalaste profundamente antes de comenzar con la sesión.

— ¿Con que quieres empezar? — le preguntaste y él se encogió de hombros.

— Tú eres la tutora. Deberías de saber, ¿no?

— Bueno, honestamente ya hemos acabado con los temas que correspondían — hablaste —. Escuche que en estos parciales te fue bien.

Por primera vez, viste como las mejillas de Touya se tornaban en un rojo intenso y se giraba hacia el lado contrario al tuyo. Te pareció una reacción algo peculiar, graciosa e incluso tierna.

— No es para tanto.  No te sientas especial — comentó.

— Tu mamá me dijo que soy la primera asesora que dura más de un mes contigo y logró buenos resultados — anunciaste, recordando la semana después del incidente, justo cuando reanudaron las visitas.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora