Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂﹕ Tᴜᴛᴏʀɪ́ᴀs

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El mes de abril era uno de los más calurosos de todo el año.

Hubieras preferido irte en auto a la escuela, pero eso era casi imposible para ti, porque tus padres no tenían auto así que tocaba irte a pie porque habías perdido el autobús. 

Estabas cansada. Realmente no querías ir a la escuela, pero tampoco podrías estar tranquila si no ibas.

Al final llegaste toda sudorosa. Te recogiste el cabello con una pinza antes de caminar por el pasillo principal hacia las escaleras del fondo. Estabas cursando tu último año de secundaria y por desgracia o dicha, habías entrado al programa de tutoría para aumentar tu calificación a nivel académico para que te aceptaran en la U.A.

Tu quirk no era tan extraordinario. Simplemente podías crear escudos de diferente grosor, tamaño, forma y densidad. Incluso podías crear uno a la forma de tu cuerpo y nada te lastimaría, sería como una segunda piel impenetrable. Era complejo ya que tenías que pensar rápido antes de crear uno. También tenía que ver la energía que concentrabas.

Era un buen quirk, aunque sentías cierta envidia por personas que poseían un quirk "lanza" mientras que tú tenías un quirk "escudo".

La primera clase era inglés. Era la clase se te hacia sencilla. Tenía que serlo así ya que de eso eran tus tutorías junto con las materias de matemáticas y lectura de kanjis.

La clase inicio y tú comenzaste a apuntar velozmente mientras ponías notas a las palabras, párrafos, ejemplos, estructuras y alguna cosa que quisieras añadir.

El resto de las clases siguieron bastante normal, como de costumbre. Comiste tu almuerzo junto tus amigas en el centro de la escuela, dónde había un jardín precioso con una pequeña fuente.

— Oye (Nombre) ¿iras a la fiesta de graduación? — te preguntó una de tus amigas.

— La verdad no sé, además falta bastante tiempo para eso — respondiste.

— ¡Es que vi un vestido en la plaza que me gustó mucho y quiero que me acompañes a comprarlo! — exclamó ella con emoción, — ¡Hoy ándale!

— Bueno, tendría que llamarle a mi madre para avisarle — añadiste. Tu amiga asintió frenéticamente mientras te mandaba un beso volador.

La campana sonó y todos regresaron a sus clases. La siguiente clase era educación física. En esa era en dónde intentabas dar tu mejor esfuerzo. Al final terminaste muy cansada y tus piernas temblaban lo suficiente como para sentirte satisfecha.

Las otras clases fueron normales, como todo el día en general. No hubo nada de grandioso o extraordinario excepto el timbre de finalización de las clases, dónde sentiste que ya no era necesario saltar del puente que estaba cerca de tu casa.

— ¡(Nombre)! — exclamó tu amiga agitando el brazo desde el pasillo principal. Caminaste hacia ella, — ¿Si te dejaron?

Asentiste. Luego ella te abrazo con fuerza y se puso a dar saltos.

— Bueno ya vámonos — mencionó.

— (Apellido)-san — dijo alguien cerca de ustedes. Giraste hacia la dirección dónde provenía la voz y miraste a tu prefecto. Estaba entre sus 40 o 50, era calvo, aunque lo escondía debajo de su peluquín rizado.

Te sentiste nerviosa ante su presencia y miraste a tu amiga. Ella se encogió de hombros.

— ¿Qué pasa, Sakurajima-sensei? — preguntaste.

— ¿Podría acompañarme a la oficina del director, por favor? — te pidió amablemente. Miraste de nuevo a tu amiga, quien no supo cómo reaccionar.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora