Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ³⁷ : ʟᴀ ʜɪᴊᴀ ᴅᴇ ᴜɴ ʙᴀsᴛᴀʀᴅᴏ

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Estuviste encerrada en tu habitación hasta que Yuma regresó. Él fue quien se encargó de abrir la cerradura desde afuera y entró llorando.

Lo tomaste entre tus brazos, pensando que le habían hecho malo, pero lo único que decía es que "Papá era un hombre malo" y que ya no lo quería más.

No entendías por que decía eso, sin embargo, tú lógica te hacía creer que Dabi le tuvo que decir algo para que Yuma quisiera quedarse. De cualquier forma, agradeciste que no fuera a pelear una batalla que no le correspondía. Se mantuvo contra tu pecho mientras seguía llorando desconsoladamente.

Le acariciaste la cabeza con cariño e intentaste reconfortarlo, rodeando su pequeño cuerpo en un abrazo.

— Está bien, cielo — murmuraste antes de darle un beso en la cabeza.

— ¡Odio a papá! — masculló, llorando —. ¡Lo odio mucho! ¡Quiero que se muera!

Tu corazón latió con fuerza cuando escuchaste aquellas palabras tan venenosas salir de la boca de tu pequeño. El dolor y el odio era mortal, sobre todo si se siembra en un corazón noble e inocente.

Te arrucaste en la cama para sentirte más cómoda. Yuma siguió aferrado a tu anatomía mientras le susurraba a tu panza y lloriqueaba. Nozomi pateó dentro de tu vientre, feliz por escuchar la voz de su hermano aunque no sabía porque se escuchaba triste.

El tiempo transcurrió con totalidad, ahogados en el silencio y la ignorancia de saber como se estaba desarrollando la guerra. El aire hacia eco en los cristal que mantenían encerrados a los Nomus de Alta Gama y te congelaba las piernas. Yuma se quedó dormido eventualmente por haber llorado tanto.

Pobre de tu bebé.

Él era muy joven e inocente para entender eso. Desearías que se quedará así siempre.

Aprovechaste ese tiempo de soledad para descansar junto a tu hijo y disfrutar del momento. Tu cuerpo agradeció el sencillo gesto de quedarte dormida. Fue algo que ayudó bastante a relajar tus músculos, que seguían algo tensos por las emociones tan intensas que experimentaste con anterioridad.

Estabas soñando con flores. Muchas flores de diferentes colores. Era un gran campo de muchas y preciosas flores en el que estabas envuelta. El sol brillaba con intensidad, casi podías sentirlo en tus brazos descubiertos. Y de repente, el mundo tembló.

El sol se volvió oscuro, las flores comenzaron a marchitarse y el suelo parecía volverse lodo. Todo se caía en pedazos de un segundo a otro.

Te despertaste de aquel sueño por las contracciones leves que empezaste a sentir, seguido por que se te rompió la fuente.

La bebé ya venía.

El líquido que salía de ti era semi transparente, no había de que preocuparse de eso, de lo único que tenías que hacer era llegar a la zona médica antes de que las contracciones se volvieran más fuertes.

— Yuma — lo llamaste y moviste su cuerpo. El niño tardó un poco en despertarse, pero cuando sintió mojada la zona, rápidamente se puso de pie.

— ¿Qué pasa, mami? — cuestionó con asombro.

— Tú hermana...— dejaste salir un quejido —. Ya viene.

Yuma se sorprendió por la respuesta. De un momento a otro, se convirtió en un cachorrito que no sabe que hacer. Iba de aquí para allá, agarrando mantas y ropa de bebé. Luego, le pediste que antes te ayudara a levantarte.

Una vez de pie, le indicaste que fuera a avisarle al médico. Él asintió varias veces antes de salir corriendo fuera de la habitación. Te las arreglaste sola para caminar por los pasillos desolados, oscuros y fríos. Era extraño estar así. No había nadie más que ustedes, los médicos, algunos miembros del ex frente de liberación paranormal y los Nomus.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora