Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ²⁶ : Oʙsᴇsɪᴠᴏ.

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Touya podía parecer tonto e inocente, pero la realidad, es que era todo lo contrario.

Su desastrosa vida lo había hecho de esta forma. Debía aferrarse a las cosas que quería, porque estas siempre iban a huir de él tarde o temprano.

Su familia era un claro ejemplo de ello.

Y ahora debía aplicarlo en ti.

No iba a permitir que nadie los separara, ni siquiera tu propia madre. No podía imaginarse su vida sin ti, no ahora, en este punto tan crítico de su vida. No podías obedecer a tu madre, claro que no.

Había renunciado a muchas cosas por ti. Sus sueños, sus esperanzas, su familia y su entrenamiento por ser mejor que All Might, demasiadas cosas importantes como para que tú simplemente, en contra de tu propia voluntad, termines con él.

Tu madre era el problema.

Esa maldita perra estaba lavándote el cerebro.

Tenía que encontrar alguna forma de apartarla. Realmente, Touya solo quería alejar a tu madre de su relación. Sin embargo, mientras más pasaban los días, más notaba tu comportamiento distante y más ansiedad se alojaba debajo de su estómago.

Las noches se hicieron más largas, pues esperaba ansioso algún mensaje tuyo, pero nunca llegaban. Más de una vez se dijo que a veces estas cosas pasaban, los adolescentes se enamoraban y luego terminaban, posteriormente encontraban a otra pareja y así tenía que ser. Tu primer amor no necesitaba ser el verdadero o el último, pero a pesar de que sabía eso, el sentimiento de incertidumbre no lo dejaba en paz.

Le aterraba la idea de que lo dejaras. No podía concebirlo.

La última noche que esperó tu mensaje, lloró amargamente mientras que el odio y la soledad le empezaban a hacer un revuelto dentro del pecho. Al día siguiente, se levantó como si nada, dispuesto a acabar con su presente. Ese día, salió temprano de su casa. No dijo adónde iba, tampoco nadie le preguntó.

Él sabía moverse por la ciudad, así que tomó un par de autobuses y llegó al barrio de la tecnología. Entró entre las tiendas que revendían celulares o fundas para ellos, dispositivos nuevos, audífonos y muchas cosas más. Camino por los pasillos, repletos de gente hasta un lugar en específico.

Se trataba del local de un ex-vigilante de esa zona de la ciudad. Había trabajado para Endeavor un tiempo y después se retiró por asuntos que no se saben. Era un genio de la tecnología. Podría construirla y hackearla. Touya supo de él, gracias a que estuvo espiando a su padre durante una llamada telefónica que tuvo hace tiempo.

Llegó y al parecer no tenía nada de gente.

— ¿Qué es lo que quieres, niño?

Touya carraspeó.

— Quisiera que me construyera un chip — dijo, tratando de imitar otra voz a la suya.

— ¿Un chip? ¿Para qué? — cuestionó el ex-héroe.

— Para localizar a alguien.

El hombre lo miró mal, pero obedeció. En cuestión de minutos, le creó a Touya un micro chip del tamaño de un piojo. Se lo dio en una diminuta bolsa junto con un dispositivo para poder ver a través de la pantalla. Le extendió la otra mano para que le pagará, aunque el adulto de verdad pensó que no lo haría. Touya le dio una bolsa llena de dinero y el hombre no le dijo más.

— Gracias.

— Hmm.

Touya salió de ahí lo más pronto posible. Tomó otro autobús que lo dejó frente a la serie de departamentos dónde tu vivías. Él sabía que por ser sábado, estarías dando asesorías a tus vecinos de primaria del departamento de al lado. Por lo que le resultó sencillo decirle al portero que lo dejará pasar porque iba a verte.

Incluso si no me amas; DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora