Estuve varios meses por fuera intentando encontrar paz. Lo hice en el sitio que me recordaba a ella y al que tanto le gustaba ir. En la isla permanecí el tiempo necesario para entender que solo había dos maneras de hallarla.
Encontrar el culpable de su muerte, encarcelarlo y cumplir con su último deseo (tener a nuestros hijos). Aquel que hicieron cenizas cuando la asesinaron.
La pérdida de Susan llenó mi alma de odio y frustración, admito que hice acusaciones sin sentido, señalamientos injustos. El general tenia muchos defectos, pero amaba a su hija muy a pesar de ellos.
El rechazo a su orientación no tuvo que ver con su asesinato y su padre estaba limpio. Mucho antes que las investigaciones lo dijeran, llegué a esa conclusión cuando nos topábamos en el cementerio cada domingo.
En menos de un año había adelgazado y envejecido. Su rostro era el reflejo del dolor, ya no me miraba con odio y solo bajaba el rostro cuando coincidíamos.
También le extraño y mucho más que el primer día; sin embargo, conservo el alivio que le demostré cuanto la amaba. Algo que su padre no puede decir lo mismo, la ultima vez que la vio fue para insultarla y desearle la muerte.
Tendrá que vivir con eso.
Susan marcó mi vida para siempre y ese legado quedaría perpetuado con nuestros hijos. Era a través de ellos que quise celebrar todo lo que fue nuestra amistad y su vida.
La mejor manera de pasar el duelo fue refugiándome en el trabajo y en la casa. Ambos lados me dieron un entretenimiento suficiente para poder superarlo poco a poco.
Los conflictos recientes proporcionaron distracción.
Las demandas contra el hospital, la acusación contra Matthew, el riesgo que corría su prometida y el posible juicio en contra de él y papá por ayudar al ex suegro de Matt por unas fotos, me hizo regresar a casa.
Los eventos que siguieron pusieron mis planes en pausa, pero una vez todo se resolvió retomé los míos. Lo hice días después de la boda de mi hermano y el bautizo de sus hijos, hicieron ambas cosas en una ceremonia privada.
Me bastó ver nacer a Jadeen y Joshua, para sentirme preparado a tener los míos. Solo una de las tres mujeres había logrado poder gestar a mi hijo y me hubiera gustado conocerla para agradecerle por ese logro. Sin embargo, proteger su identidad y efectos de comodidad estaba en territorio tranquilo. Con el personal de servicio suficiente evitándole que no moviera un dedo y solo cuidara a mis hijos.
Leo de nuevo el mensaje de la ginecóloga y sonrío al bajarme en el cementerio. Desde el primer trimestre sabia que eran dos bebes, pero hoy me dieron la noticia que era un niño y una niña.
Anexaban los videos y una nota diciendo que la gestante había disminuido de peso. Se quejaba de la dieta estricta al que la tenía sometida la chef y la nutricionista que eran unas exagerada. Finalizaba la queja que exigía le solucionaran el problema.
El ultimo mensaje es un numero con el que podré hablar con la persona a cargo de su alimentación. Reenvío el mensaje del sexo de mis bebés a mi hermano, le doy las gracias y guardo el móvil en mi saco. Escogí este viernes para venir al cementerio por varias razones, una de ellas era recibir la noticia del sexo en su tumba, la otra tenía que ver con su padre y no querer verlo.
Al parecer, el tuvo la misma idea.
—¿Tampoco quería verme el domingo? —pregunto cuando lo veo girar solo su rostro a verme y sin decir nada regresa la vista a la tumba.
—Me gustaría acampar aquí eternamente, lo único que me detiene es no hallar al culpable —habla al fin.
—Se que cree que la investigación que hacían era mia, pero no es asi. —me animo a defenderme, porque las ultimas veces que hemos discutido me lo ha insinuado.
ESTÁS LEYENDO
INEFABLE
RomanceLibro IV Saga Frederick Jasón Frederick Jr. Solo quería cumplir la última voluntad de Susan, su mejor amiga. Tener un hijo y enseñarle que pudo contar con la mejor de las madres, pero que la ignorancia se lo impidió. Una vez lo logra, contrata los...