Capítulo 2

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Jason

—Es linda ¿No te parece? —Susan señala a la chica que sale detrás de unos arbustos.

—No me fijé. —miento. —¿Sabes en que sí me fijé? —inspiro fuerte antes de hablar y ella sonríe iluminando su rostro con ese gesto —que lleva tres meses aquí, perdió a sus padres y esta sola.

—Lo mismo pensé. Sobre todo, la forma en que dice que murieron sus padres. —afirmo viendo a la chica caminar arrastrando los pies, varios metros delante de nosotros. —Se que viste lo hermosa que es. —insiste y guardo silencio.

Lo cierto es que la chiquilla contaba con rasgos únicos. Dentro de unos años sería una hermosa mujer, con la certeza que tendría a cualquier hombre a sus pies. Sus quince años son un límite para cualquier hombre decente y yo me considero uno.

Es más alta de lo normal, aquel mal inglés lejos de ser una burla atrae. Sobre todo, cuando sus labios pequeños y rosados se tuercen en un intento de hacer una mejor pronunciación. Rubia, de cabello largo que cae en hondas en su espalda, dueña de unos ojos azules que me recuerda al cielo despejado. Sus largas piernas las cubre unos pantalones hasta las rodillas, remera blanca, tenis y aquel morral en cuero marrón por el que se quería hacer matar. Sin mencionar el fuego que despiden sus ojos enojada. "Tiene quince Jason" me recuerda una voz en mi cabeza.

—Si yo tuviera un familiar con esos rasgos tan hermosos, y tanto dolor encerrado. Jamás la dejaría sola.

—Pensé que no te habías fijado que era hermosa.

No me había dado cuenta de que lo dije en voz alta hasta que Susan habló. Me encojo de hombros y la veo negar sonriente. Aun si no fuera hermosa, es extrajera con solo tres meses en el país. Es una tentación para los predadores que ambos sabemos abundan.

—Eres policía y muy severa —le recuerdo viéndola de reojo lo que le hace sonreír —yo 25, ella 15...solo se me viene la mente la palabra "Estupro".

—Cuatro años más y es perfecta ...

—Los diez años estarán allí —le interrumpo y sonríe abrazándose a mí.

Algo nos decía que nos mentía, su comportamiento nervioso al llegar a la casa y premura por hacer que nos fuéramos rápido. Hubiese preferido dejarlo de esa manera, contaba con suficientes problemas en casa y encima cargar con otros.

Lógicamente mi compañera pensaba distinto.

Susan se sintió identificada con la chica, asegurando no saber por qué. Yo si lo sabía. Ambas se les notaba soledad y tristeza en su rostro. La pequeña por perder a sus padres tan pronto y Susan por el hijo de puta de su padre.

Aunque nunca lo admitiría.

Le seguimos a una distancia prudente. Ella se desvió demasiado y la inquieta mente de mi amiga quería saber los motivos.

—¿Qué dices que te dijo el ladrón?

Suspiro largo porque es la tercera vez que lo pregunta, como si quisiera encontrar algo más en aquellas palabras.

—"Damián no pagó lo suficiente para dejarme golpear."

Acto seguido me lanzó el morral y montó a la parte trasera de un camión que pasaba en el momento. Hice el comentario sin tener en cuenta a quien se lo diría. Ignoré un instante que Susan no tragaba entero y pensaba como oficial en todo momento.

—Damián puede ser algún admirador que rechazó. — sugiero.

Su carácter tosco me decía que algo de esa naturaleza podía haber sucedido. Bastó verla batallar por no arrancarse el morral, para entender no era una chica del montón.

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