Capítulo 33

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Jason

Llegamos a la barbacoa cuando se encontraba en su máxima fuerza. Lo hicimos junto con la noticia que Damián había sido absuelto, pero aún no quería que Evy lo supiera. Quería darle una sorpresa el día del bautizo. Decidí darles ese espacio a ambos y no expresé mi opinión.

El comportamiento de ella dentro de mí familia sorprendió, no se mezclaba con ellos, ubicándose con las chicas del servicio y niñeras. Era tímida con mamá y mis hermanas, dentro del grupo de chicas de servicio, por el contrario, era distinto.

—Es lo que suele hacer siempre —explica papá al notar mi interés en ella—nadie ha logrado conectar, salvo tu madre.

—Es tímida y le cuesta hacer amistad. —me apresuro a decir.

A papá parece divertirle mi defensa y le ignoro. Estoy tan acostumbrado a sus bromas en mi contra que lejos de enojarme, me divierte. Papá ha sido el mejor en cuanto a formar mi carácter.

Aunque, los métodos sean poco ortodoxos.

—Sígueme —me pide.

Deja el vaso a medio tomar en la mesa, gesto que no pasa desapercibido. Cuando los temas a tratar son serios o delicados, papá no suele tomar. Si se le cruza en medio de un evento festivo, hace lo que acabado de ver. Deja de tomar y se aleja del lugar. El mío lo dejo a su lado y saludo a Evy que me ve entrar a casa con mi padre con curiosidad.

Al entrar, noto que Gregory baja por las escaleras con su hijo menor en brazos. Están en lo que parece una conversación bastante divertida. Papá se detiene al verlo e intercambian miradas. Mientras yo contemplo a ambos con intriga y cierto cosquilleo en mi piel. Es imposible definir que intentan decirse en medio de ese silencio.

Solo que es importante.

—Prometiste no decirle nada —reclama Gregory a papá.

Papá bufa dándonos la espalda. No entiendo el motivo del enojo de ambos, menos porque existe algo en la familia que yo no pueda saber.

—Él día que obedezca una exigencia de mis hijos, es porque estoy reducido a cama, no puedo hablar y me hago en los calzones—sisea avanzando hacia el estudio.

—Lo prometiste…

—No prometí nada —interrumpe y me divierte la discusión pese a que soy un protagonista ignorante de lo que ocurre. —De todas maneras, no le he contado nada, serás tú quien se lo diga.

—¿Decir qué? —pregunto hastiado de tanta conversación en claves.

Papá aguarda en la entrada y mira a Gregory, a quien no le gusta la orden que le envían en silencio. Baja lo que queda y al llegar deja al pequeño en el suelo cerca a la niñera.

Su avance hacia nosotros es con los hombros rígidos y su rostro férreo. Su hijo no parece querer alejarse de él y le sigue. Lo que sigue es la lucha de toda niñera con nuestros hijos. Se retuerce en los brazos de la chica cuyos intentos de convencerle quedarse con ella se agotan junto con las energías.

—Déjalo —le pido tomándolo en brazos, pues su padre lo ha dejado atrás y discute con el nuestro dentro del estudio —yo me encargo.

—¿Seguro? —pregunta con duda y afirmo abriendo los brazos hacia el pequeño que sonríe lanzándose en respuesta.

—Yo me haré responsable.

Sin decir más entró al estudio con el pequeño en brazos. Papá está en pie en la puerta que da al jardín, Gregory en mitad de la sala de y ambos enojados.

—Lo que sea tengan que decirme, debe ser tan importante que has olvidado a tu hijo. —le reclamo.

Su pequeño luce ajeno a lo que sucede, sonríe llevándose las manos a la boca cubriéndosela. Su inocencia le impide ver el enojo en su padre.

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