__________ ..::Capitulo 26::.. __________

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El sonido a cristales rotos perturbaba la calma en la hacienda.

Resendo rompía botellas estrellándolas contra la pared, una tras otra sin fin. Todo el piso estaba lleno de pedazos de cristal, como una trampa para aquel que se atreviera a pasar con sandalias o descalzo.

Hacía calor, bastante calor, estaba seguro que hasta los cactus sudarían de calor si pudieran hacerlo, o quizás porque el peón tenia las ventanas cerradas, no tenía ganas de ver a nadie, en especial a su patrón. Ver su cara lo hacía arder del coraje, quería darle un buen golpe en la frentezota, o aunque fuera devolverle los insultos, decirle hasta de lo que iba a morir.

El peón trataba de encontrar alguna botella, de las muchas que tenía en su cuarto, aunque fuera un solo sorbo. Pero para su desgracia, no había nada. Juraría por su ojo bueno que aun debía tener una aun o dos botellas ocultas bajo su cama, pero era como si el tequila del interior se hubiera evaporado, incluso aún tenían puestas sus corchos.

Daria lo poco que tuviera por un solo trago. Se sentía muy ansioso y nervioso, podía sentir el sudor frio correr por su frente. Se acostó en la cama para tratar de dormir, pero esa sensación de necesidad que le quemaba el cuerpo, no lo dejaba cerrar los ojos. Odiaba esto de estar "vivo", sentir dolor, hambre y necesidad era un asco, una tortura para él. De haber sabido que esto pasaría, hubiera preferido seguir muerto, antes de hacer ese condenado pacto.

Deseaba que este día terminara rápido, pero los minutos en si ya le parecían una eternidad al peón.

Desde la ventana entre abierta, moribunda y finado veían a resendo con curiosidad, rogando que el mayor, aunque los odiara, estuviera de humor para aceptarles un trago o dos.

Ambos corrieron lo más silencioso posible, hasta estar a una distancia prudente de donde sus amigos lo esperaban. Don andrés se agacho y tomo entre sus manos a los dos niños, quienes con señas les decían que era el momento de actuar. Don Andrés levanto una lámpara, dándoles una señal a Evaristo y al alebrije, quienes corrieron de regreso a la bodega, donde tiraban leña a la caldera para seguir destilando la bebida, al igual que otros días.

- ¿Podrá beber eso, aunque el patrón lo "Castigo"? -. Pregunto una vez más el alebrije, mientras le pasaba más madera a su amigo.

- Si huele y sabe a mezcal, se lo va a beber. -. Le contesto Evaristo, tirando más y más madera al fuego.

- Lo único que me preocupa es xóchitl, ... Creo que le va a tocar la peor parte. -. Comento el alebrije.

- Ya se hijo, ... ¿Pero tienes otra solución?, porque yo no. Solo ella sabe cómo tiene acomodada su habitación, sabrá donde buscar, ... Espero, ... -. Le comento evaristo. -. ¿Tú ya tienes listo lo que te toco? -.

- Desde que lo planeamos. -. Le contesto con orgullo. -. Me tiemblan hasta las antenas, no puedo pensar bien. -.

- ¡Ya se!, yo también. Parte de mí ya se quiere rajar, ... -. Confeso Evaristo.

- ¡Que la boca se te haga chicharro!, Aquí nadie se raja, ... -. Le regaño el alebrije, conteniéndose para no darle un zape.

- ¿No me vas a negar que a ti no te da miedo? -. Le preguntó evaristo, mientras dejaba lo que hacía por un momento.

- Todos tenemos miedo, ... Te mentiría si te dijera que no, pero ¿Qué sentido tiene que te contagie mis miedos? -. Se explicó el alebrije. – La diferencia entre valientes y cobardes, es que el valiente también tiene la opción de huir, pero se quedan. -.

- ¿Valientes?, ¿No querrás decir locos? -. Volvió a preguntar evaristo.

- Los dos Evaristo, ... Un poco de los dos. -. Concluyo el alebrije. -. ¡Bueno ya! Mucha platiquita, apúrate con los barriles, tenemos que llevarlos al patio antes que vuelva el patrón. -.

_:: Corazones rotos pero unidos::_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora