__________ ..::Capitulo 20::.. __________

1.9K 86 37
                                    


Aunque la oscuridad era profunda, sus ojos pronto se acostumbraron a ella. Aun podían recordar el primer día que habían llegado ahí. Después de que leo se había trasformado en ese ser que era ahora, ese mismo día los había puesto a moler durante horas la piña del agave. Incluso los hizo dormir ahí, sin si quiera una manta o un petate para dormir.

Aunque no los molestaba del todo eso, era un mes caluroso y usar una manta por más humilde que fuera, era una tortura.

No tenían casa de servidumbre en aquel entonces. Pasaron varios días así, hasta que su patrón les cedió la casa que ahora habitaban. Antes, esa humilde morada no era más que un simple almacén para los tiliches. Estaba sucia y descuidada, pero era mejor que dormir en ese sótano recostados sobre piso frio y a merced de las ratas o alimañas que pululaban por ahí.

Con tanto trabajo y dedicación la habían convertido en un hogar más o menos decente.

No debían hacerse ilusiones, no les había entregado la propiedad por piedad o empatía, sino porque le molestaba que entraran sucios a la hacienda a trabajar. En vez de limpiar, terminaban dejaban un desastre mayor al manchar con las manos sucias los muebles o los utensilios con los que harían sus alimentos. Almenos al darles un lugar más limpio para asearse o dormir a ellos, le aseguraba el poder comer en paz.

Ahora esos recuerdos parecían tan lejanos.

Al fin, habían llegado al sótano. Había cambiado ligeramente desde que llegaron. Varias botellas reposaban en las cavas, así como varios grandes barriles llenos de tequila o vino, esperaban el momento de ser usados. El grupo camino en silencio, mirando de un lado a otro, deseando no encontrar un guardia o alguna trampa.

Aun que era ridículo, eran los únicos sirvientes ahí. En los cinco años que llevaban ahí no habían visto a nadie a excepción de uno que otro cliente o más bien victima que sin saber había firmado su sentencia al aceptar dinero, amor o fortuna de la manera más fácil o vil posible.

Resultaba curioso, incluso irónico imaginarse que ahora todos ellos estaban guardados en botellas y sobre una vitrina ahí abajo, o en el salón de donde reposaban los retratos en la pared.

- Es por aquí muchachos. -. Exclamo el alebrije, mientras señalaba con el dedo uno de los muchos pasillos en los que se dividía el sótano.

- ¿Están seguros?, ... No se ve muy seguro, ni estable, ... -. Comento don andrés, mirando con desconfianza el oscuro pasillo.

- ¡Súper seguros!, hasta lo marque con una tiza rosa. – Confirmo teodora, usando su lámpara para señalar la pequeña cruz en uno de los ladrillos. -. ¿Ven? Y no se apuren es Súper seguro. -.

- ¿Yo, meterme ahí?, ¡Ni maíz paloma!, Quiero vivir un poquito más. Gracias. -. Dijo evaristo, sin dejar de mirar el pasillo con una combinación de miedo y desagrado.

- ¿Qué paso?, ¿No que muy naturalista y amante de la madre tierra? -. Pregunto el alebrije.

- Las respeto, ... Pero de lejos, ... Tú me vez así muy tranquilo y todo, ... Pero una vez de chamaco me cayó en la cara una cucaracha mientras dormía y quede medio traumado desde ahí, ... -. Le respondió evaristo, temblado al recordar esa noche.

- Tu confía, no es tan feo como se ve. Si yo, que soy yo, pase por ahí. Y eso que está más lleno de arañas, que mi casa cuando mi mama invitaba a mis tías a tomarse un té'. -. Se explicó teodora.

- ¿Solo a rastras te llevaron por el túnel, verdad mija?, ... -. Comento evaristo con desgano.

- Bueno, al mal tiempo darle prisa. Ustedes saben el camino, ¿Nos guían? -. Pregunto emocionado don andrés.

_:: Corazones rotos pero unidos::_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora