___________ ..::Capitulo 5::..____________

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El cielo oscuro había empezado a tornarse de un tenue color azul, acompañado de los primeros rayos del sol, llevándose lentamente las nubes oscuras del cielo. La lluvia había dejado charcos, hojas caídas, ramas y una tenue capa de roció que suavemente caía de las hojas al piso rítmicamente.

Xóchitl, fue la primera en despertar como siempre. A cierta hora el sueño se le iba y terminaba por despertar temprano para asearse y hacer el desayuno a sus amigos. No le molestaba, al contrario, creía que estas modestas labores, les iluminaba un poco el día, considerando la situación en la que estaban.

De uno a uno, todos iba despertando de mala gana, deseando poder dormir un poco más. Cuando un rico aroma a café de olla, huevos con jamón, tortillas calientes y jugo, llego a sus narices. Llevándolos directamente a la mesa. Aun en pijama y bostezando, se sentaron a la mesa para degustar esa sabrosa comida.

- ¡Buenos días solecito!, ¡Mira nada más!, ¡Ese es café del bueno! –Exclamo Evaristo, mirando con hambre y un gran deseo la comida.

- Se antoja con solo olerlos, ... - Concordó el alebrije.

- Buenos días muchachos. ¿Durmieron bien? – Pregunto la pelinegra, mientras colocaba unas cuantas tortillas en el comal.

- No tan bien, ¿Eh?, alguien, ... No dejaba de roncar, ... - Teodora, miro de forma acusadora por el rabillo del ojo a los alebrijes. – Y no es la primera vez que pasa, ... Mas' que alebrijes, parecen osos. -.

Ambos miraron con un poco de enojo a su amiga, para luego sonreír con malicia.

- ¿Ah sí?, Pues, aunque no lo creas "reinita". TU eres quien ronca más aquí. – Le dijo el alebrije.

- La otra noche pensábamos que un perro se había metido a hurgar la basura, o que era resendo cantando la de cielito lindo, pero resulto ser Teodora durmiendo. - Dijo Evaristo apoyando a su amigo.

Entre los dos se rieron, haciendo sonrojar y enojar al mismo tiempo a la española.

Por su parte, los demás se aguataban la risa. Sobre todo, para no hacerla sentir peor, además de que no querían que siguieran peleando.

- ¡Si tú!, ¡Yo NUNCA ronco!, ¡Las damas no roncan! - Se defendió la pelirroja, aguantándose las ganas de tirarles el café caliente a sus dos coloridos amigos.

- Si, si lo haces. – Le contesto el alebrije.

- ¡Que no! - Exclamo molesta Teodora

- ¡Que sí! – Le respondieron al unísono los dos alebrijes.

- ¡Que NO! -

- ¡QUE SI! -

- ¡QUE NO! -

Un fuerte golpe en la mesa, los hizo callarse a los 3.

- ¡Ya estuvo bueno!, ¡¿No ven como estamos y ustedes buscando más problemas?! -.

Xóchitl, no era de gritarles, ellos solían pelear mucho últimamente. Por lo general se guardaba muchas cosas. Pero ya estaba fastidiada. Al mirarlos a la cara, resaltaba mucho esa expresión de sorpresa y confusión en sus caras.

La indiana se sintió avergonzada.

- Perdón, ... - Dijo cabizbaja la pelinegra.

Don Andrés, se le acerco y dio una leves palmaditas en la espalda, a modo de consuelo.

- No te preocupes. Dijiste lo que todos creemos, ... -.

Tras esto, continuaron desayunando en silencio. La indiana levanto la cara para ver el reloj, era casi la hora de ponerse a trabajar. Una vez termino su comida, lavo sus platos y los guardo.

_:: Corazones rotos pero unidos::_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora