__________ ..::Capitulo 28::.. __________

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Hacia frio, y el sol en ese lugar no se había dignado a aparecer en el cielo, oculto por unas nubes tan negras que parecía de noche. Quizás porque leo, no estaba de humor. Ya iban 3 días seguidos. El lento pero constante sonido de las goteras que se colaban por el techo era música suave y relajante para xóchitl desde su celda.

La muchacha pelinegra miraba como las telarañas del techo se movían por el viento que lograba colarse por una rejilla que daba al exterior. Dejando entrar un poco de aire fresco a su prisión. No sabía si agradecer que la hubiera encerrado en esa celda, a diferencia de las otras que había, esta era la única con una reja diminuta que le permitía un poco de aire y luz, al menos esto último mientras el sol aún estaba en el cielo. Después de lo ocurrido, no le grito, no la golpeo, no la embotello ni torturo. Simplemente, la encerró ahí. A veces resendo bajaba y de mala forma, le daba un pedazo de pan y agua que debía racionar.

No podía imaginar que castigo leo, le había puesto al peón, pero debió ser malo, considerando que se había dignado a hacer sus deberes.

Aun con esto, xóchitl no toco la poca comida que le habían traído. A este punto, ya no le importaba lo que le fuera a pasar. Ya no estaban sus amigos ahí para consolarla y darle fuerzas. Solo ella. ¿Qué más le podían quitar? La soledad y la tristeza de verse sola una vez más, había hecho que perdiera su temor hacia su patrón.

Tenía los ojos cerrados la mayoría del tiempo, pero al no poder conciliar el sueño, abrió los ojos lentamente, solo para encontrarse con una arañita bajar desde el techo de su celda por un delgado hilo fino y plateado. Xóchitl miro al pequeño arácnido unos instantes, le impresionaba como aun, en ese lugar, pudiera haber vida.

Estiro su mano hacia la arañita, y esta trepo suavemente por su mano. Era tan pequeña, que cabía perfectamente en uno de sus dedos. Xóchitl sonrió, y jugo un poco con la arañita, que se movía en su mano, de forma curiosa.

- Creí que me quedaría sola un tiempo aquí abajo, ... Pero gracias por la compañía, ... -. Susurro en voz baja, mientras la arañita la miraba, moviendo las patitas delanteras, limpiándose la cara. Como los insectos suelen hacer al encontrar algo que les agrada.

- Eres rara. ¿Te diviertes?, ¿Aun estado encerrada aquí abajo? -. Dijo una voz detrás de ella, sobresaltando a la indiana. Una voz que conocía a la perfección.

Xóchitl volteo lentamente, para encontrar a leo, parado frente a ella, al otro lado de los barrotes de la fría celda, mirándola silenciosamente. No se veía de buen humor, pero tampoco se veía molesto. Su expresión se veía seria, como intentando pensar en silencio. Quizás pensando en lo que ahora debía hacer con ella.

La indiana, discretamente, estiro su mano hacia la pared, para liberar a la pequeña araña. La joven pelinegra pensó que, si algo malo le iba a hacer a ella, al menos quería que esa pequeña arañita se salvara. El pequeño arácnido, continúo caminado por la pared hasta perderse de vista en dirección al techo. Con lentitud se dio la vuelta, quedando frente a él.

- Pareces disfrutar tu estadía. Aunque no entiendo que puedes encontrar de agradable en este basurero. -. Dijo leo, acercándose más a la celda. Hasta quedar a unos dos metros de distancia, sin contar la reja que los separaba. - Pero te recuerdo que no estas de vacaciones. Estas aquí por esa gran estupidez que tú y tus amigos hicieron. -.

Xóchitl no respondió, solo acertó a bajar la mirada. ¿Qué podía decir?, ¿Lo siento?, ¿No volverá a pasar?, Se sentía culpable, pero no se arrepentía. Nunca sentiría arrepentimiento de haber sacado a sus amigos de ese lugar.

- ¿No tienes nada que decir?, Hace unos días parecías haberme perdido el miedo. ¿Qué paso? -. Pregunto leo, sin dejar de ver a la muchacha, mientras apretaba los puños, tratando de contenerse. - ¡Responde!, ¿Qué te llevo a hacer todo esto? -. Grito el joven, mientras aferraba con enojo sus manos a los barrotes.

_:: Corazones rotos pero unidos::_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora