El tiempo pasaba como agua entre las manos. De forma fluida, lenta y sin forma de detenerlo. Ya había pasado casi dos semanas desde que leo se recuperó por completo, estaba sano, despierto y listo para cumplir con sus deberes una vez. Por más que a xóchitl, le desagradara la idea.
Eran casi las 6 de la tarde en la hacienda y todo estaba silencioso y tranquilo. Xóchitl, descolgaba del tendedero las cobijas que había puesto en la mañana de ese día. Completamente secas, suaves, limpias y listas para usar. Para variar su rutina un poco, ese día, había decidido lavar la ropa en un riachuelo que pasaba junto a la hacienda, el cual aprovechaban para crear un canal de riego para el sembradío de agaves.
La hacienda estaba bien equipada con un poco de todo. Tenía un cuarto de lavado con marquesinas de piedra y lavabos amplios con tuberías que traía y llevaban agua. Hasta con tendederos enormes, pero a la joven pelinegra le parecía sofocante pasar mucho rato encerrada ahí lavando. Prefería lavar al aire libre, ya fuera junto al pozo o cerca del riachuelo, ayudada de una marquesina y un improvisado tendedero que había armado junto a sus amigos hace tiempo.
Justo cuando, xóchitl estaba por descolgar una sábana, el sonido del tintinear de unas espuelas llamo su atención. Ese sonido, que en otro momento le hubiera puesto los pelos de punta a la joven india, ahora, le daban cierta alegría de escucharlo, ya que significaba, que leo, había vuelto a casa.
La muchacha, dio la vuelta para saludarlo, pero este no estaba ahí. Por un momento creyendo que quizás se lo había imaginado.
- Trabajadora como siempre, ¿No te cansas? -. Dijo leo, con voz suave pero clara a la vez.
Xóchitl, casi dio un salto de la sorpresa, volteando su mirada hacia el frente, y a través de la tela blanca de la sabana, distinguió la figura de leo, quien divertido, al otro lado la miraba. No sabía por qué se sorprendía, ya que a leo le encantaba aparecer y desaparecer a su antojo.
- Por lo que veo, tuviste un día muy ocupado. ¿Me extrañaste? -. Volvió a decir leo, un poco divertido, como si fuera un niño jugando.
- Te encanta hacerme saltar del susto, como si fuera un chapulín. Si estas para hacer esos juegos, significa que estas mejor. -. Le dijo xóchitl, a la par que se acercaba a tratar de descolgar la sabana.
Antes de siquiera poder tocar la tela, leo, a través de la sabana, y de una manera un tanto traviesa, abrazo a xóchitl, envolviéndola en la misma tela.
- ¡Ya te tengo! -. Exclamo leo triunfantemente.
La joven trato de zafarse, pero leo no la dejaba. Iban de un lado a otro de forma juguetona, Xóchitl tratando de zafarse de los brazos del muchacho, mientras leo lo impedía. Bueno, tampoco xochitl hacia mucho esfuerzo para evitarlo y leo tampoco estaba siendo rudo ni nada.
- ¡Que caray!, ¡Agarre un fantasmita!, ¿Qué?, ¿Tan fácil me gane esta almita? -. Dijo burlonamente leo, mientras trataban de contener a la muchacha, entre sus brazos y las sabanas.
- ¡E-estate a sosiego, leo!, ¡Pareces niño chiquito!, ¡Me traes como si fuera amortajada! -. Exclamo xóchitl, quien le daba algunos empujones suaves y se retorcía en sus brazos tratando de zafarse.
- ¡Que va!, estas más viva que nada, florecita. ¿O qué?, ¿Te gusta que te "roben" así? -. Volvió a decir leo, levantando un poco a la joven india del piso, casi dejándola apoyándose en el piso, solo en las puntas de sus pies.
- ¡Bueno ya!, ¡Tu ganas!, ¡Pero ya suélteme!, ¿Si?, Empieza a hacer calor aquí, esta un poco oscuro y es una tortura. Como estar en la bodega destilando el tequila -. Se rindió xóchitl, con resignación en su voz. Había sido un día largo, y no tenía muchas fuerzas para seguir jugando a las luchas.
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_:: Corazones rotos pero unidos::_
RomanceMundo alternativo donde leo, no logro ser rescatado de manos del charro negro. Xochitl y sus amigos, tiene que vivir día a día durante algunos años, la vida de unos sirvientes a manos de su ex- amigo y líder leo. Durante esta travesía, día a día...