___________ ..::Capitulo 6::.. ____________

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Dentro de la hacienda, las cosas habían mejorado un poco para xóchitl y sus amigos. Esas pequeñas dos horas de descanso había sido un gran suspiro para ellos. Podían comer a gusto, platicar, o simplemente mirar al cielo un rato y disfrutar las nubes pasar.

Ninguno de ellos sabía del pequeño acuerdo entre xóchitl y leo. Lo que para ella era mejor, si les decía, los más probable era que se enojaran con ella o rechazaran esas 2 horas de descanso.

A ella no le gustaba guardar secretos o mentirles, pero era un mal necesario. Habían pasado ya unos meses del acuerdo y para xóchitl era una situación complicada, incluso incómoda.

Por su parte, leo se sentía lleno de energía y fuerza, lo que lo llevaba a esforzarse en su "trabajo" y terminar trayendo a casa un botín grande.

En otras palabras, almas.

Almas que muy pronto serían destiladas y convertidas en bebidas y guardadas en botellas durante toda la eternidad. Leo miraba con orgullo como su colección lentamente se hacía más grande.

Xóchitl, sentía una pizca de culpa, pues gracias a ella, él se sentía mejor, pero a causa de eso, ahora varias personas buenas o malas, estaban atrapadas ahí.

Pero los demás miraban con miedo o preocupación esto, pues no sabían en qué momento se cansaría de ellos y terminará por guardarlos en botellas como a los demás.

Ninguno de ellos sabía que les hacían a las botellas, beberlas era lo más lógico, parte de ellas eran tequila, y la otra alguna vez fueron personas.

Solo un loco y enfermo las bebería.

Aunque quizás el otro charro lo hacía, pero leo era un niño de 13 años, no debía beber, aunque una cosa era decirlo y la otra era no hacerlo.

Mientras las limpiaban una a una, podían leer en sus etiquetas, nombres y fechas de cuando se había cobrado las deudas. Era escalofriante pensar las cosas que habían hecho o dado con tal de cumplir sus deseos.

- Termine, ... - Dijo Teodora, sacudiendo su ropa. - ¿Qué tantas botellas habrá aquí?, perdí la cuenta después de 182. -.

- ¿Para qué lo haces niña? -. Le comentó el Evaristo. - Si van llegando más sin parar. -.

- Tu déjame, ¿sí?, es desestresante para mí. No estoy acostumbrada a hacer estas labores. -.

- Si, si, ya sé, ... porque eres Teodora Vicenta de la purísima concepción villa bla bla blaaa. -. Dijo bromeando Evaristo.

- ¡Oye!, ¡Respeta el apellidó siquiera!, es lo único que me queda, ... Eso y mi sentido súper nice de la ropa. -.

- Pues solo que te guste vestirte de cenicienta, porque con ese trajecito no das para más mi chava. -.

- ¡Que pesado andan últimamente?, ¡Eh!, No seas naco. Ya ni porque soy una dama. -.

- No lo dije en mal plan, yo te quiero como la sobrina que nunca quise. -.

Ambos comenzaron a discutir, más por rutina, que por enojo. Los demás intentaron no prestar mucha atención. Al rato se encontraban cantando o haciendo cosas como yoga o ejercicios de respiración.

Con el trabajo terminado, se dispusieron a recoger sus cosas y regresar a casa para descansar. Pero la pequeña pelea de Teodora y Evaristo se había extendido más de lo normal.

- ¿Cómo puedes ser tan grosero? -. Exclamó molesta Teodora. - Tan buena amiga que he sido contigo. ¡Hasta te presté mi shampoo de durazno y jazmín, y NUNCA me lo regresaste!, ¡Sino una vil copia que me resecó el pelo!, ¡Parecí estropajo por SEMANAS! - .

_:: Corazones rotos pero unidos::_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora