_:: Corazones rotos pero unidos::_

__________ ..::Capitulo 29::.. __________

La situación actual se sentía irreal. Los días siguientes a la huida del grupo parecían un sueño distante. Xóchitl se sentía perdida, pero cumplía con sus obligaciones y tareas diarias, aunque no tenía ánimos para hacerlo.

Ahora la joven indiana tenía mucho trabajo que hacer, no solo porque la estuvieran castigando, sino que ya no tenía la ayuda de nadie para hacer los deberes en la hacienda. Extrañaba muchos a sus amigos. No había nadie con quien platicar a la hora de la comida o antes de dormir.

En esos momentos, la muchacha se encontraba terminando de regar las plantas del patio y cortando las hierbas malas ayudada de unas tijeras para cortar espinas y las ramas de los arbustos del patio. Todo estaba muy tranquilo en ese día soleado, aun así, se sentía melancólica al no escuchar el alboroto que sus amigos hacían casi a diario, un triste y constante recordatorio de que ya no estaban. Le parecía hasta deprimente para ella el silencio.

- ¡Ey!, ¡Tu!, ¿Qué tanto haces?, ¡Tienes que ayudarme con todo el trabajo pendiente! -. Grito resendo a xóchitl.

- Si señor resendo. En eso estoy, terminare enseguida. Solo esperé. -. Contesto tranquilamente xóchitl, sin despegar los ojos de su tarea.

- ¿Y aun te pones tus moños?, No me vengas con eso de ser "la niña buena", que no te queda. Por tu culpa ahora tengo más trabajo que antes. -. Replico molesto el peón.

- Trabajar de vez en cuando no lo va a matar. Debería estar agradecido de tener un trabajo. -. Contesto xóchitl, arrancando con las manos las malas hierbas de las jardineras, colocándolas tranquilamente en un saco de yute. Como si las palabras del peón no le llegaran a ella o no le importaran.

Esto solo enfado más al peón. ¿Cómo es que una simple india se atrevía a hablarle así?

- ¡Óyeme mocosa!, ¡Debes aprender a respetar a tus mayores! -. Resendo alzo la mano hacia ella de una forma brusca. Justo cuando estaba a punto de tocar el hombro de la pelinegra, la muchacha se volteo' y aparto de un manotazo el brazo de resendo.

- Atrévase a tocarme y no respondo, ... -. Advirtió la muchacha, mientras disimuladamente, tomaba las tijeras escondidas en el bolsillo de su delantal. – Ya no tengo nada que perder. Si vuelvo a desobedecer o le respondo de la forma que usted me trata, ya será cosa mía si por eso me vuelven a encerrar. -. Dijo lo último, apretando con fuerza las tijeras con la mano.

El peón se quedó con una mezcla de sorpresa y enojo en su cara, ¿Desde cuándo ella hablaba así? Hasta el momento, lo había tratado con cierto respeto, pero ahora actuaba de una forma extraña, incluso amenazadora. Y la mirada en los ojos de la muchacha pelinegra era una que no había visto, de odio podría decirse. Era como si hubiera perdido brillo, esa chispa que la caracterizaba.

- ¿Y a usted resendo?, ¿Quiere pasar unas semanas ahí abajo?, yo creo que no, ... No me importa si me encierran en el sótano. Por mi perfecto, no tendré que ver su cara por un tiempo. Adelante. Trate de pegarme y le responderé de la misma forma o peor.-. Concluyo xóchitl, antes de regresar a sus labores como si lo que hubiera dicho no fuera grave.

Por más que le doliera en el orgullo a resendo, tenía razón. Prefería mil veces estar ahí afuera trabajando que no moverse en una celda por saber cuánto tiempo en ese sótano. La idea de pasar una noche ahí, hacía que se sintiera enfermo. Literalmente, empezaba a sentir una sensación de mareo y asco.

Con el enojo y la rabia a flor de piel, resendo logro tragarse su orgullo, no sin antes dedicarle unas palabras llenas de odio a la joven.

- Maldita india, ... Tienes la lengua muy larga, y eso te va costar caro, escuincla. A ver si eres tan valiente, cuando el patrón te regrese a esa pocilga, igual tú ya tienes los días contados aquí, ... -. Dijo el peón, antes de darse la vuelta. - Las ratas te van a arrancar los ojos cuando te vuelvan a meter a esa cochina celda. -. Rio entre dientes resendo ante la idea, para luego alejarse a terminar sus deberes.