__________ ..::Capitulo 14::.. __________

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La desesperación hace que la gente diga cosas que realmente no siente, o quizás sí pero jamás las dice para no herir a otros.

Xóchitl se sentía como si estuviera caminando a ciegas en un bosque, sin saber a dónde iba, con el miedo de caer por algún acantilado o ser devorada por algún animal, hasta no ser más que una mancha roja en el piso.

En el tiempo que tenía allí, había hecho ya muchos tratitos con su patrón, pero no había mucho por lo cual lamentarse. Pero este trato era bastante diferente. Tenía que aceptarlo de forma romántica, personal. Aunque no hubiera amor de por medio.

Se sentía como si se estuviera vendiendo.

Ya era una joven de 16 años, casi 17 físicamente. No entendía por qué su patrón quería que siguiera creciendo, almenos en esa dimensión o lo que fuera ese lugar. Se había acostumbrado ser una niña, desde aquel incidente en la casona hace más de 52 años, técnicamente tenía más de 60 años. Era una maldición y a la vez una bendición.

Quizás una especie de juego enfermo y retorcido de su patrón.

- Oye, ... -. La interrumpió Teodora. – Termine de barrer, ... ¿Qué más hago? -. Dijo la española, mientras dejaba la escoba recargada en la pared.

- Descuelga la ropa, ... -. Dijo de manera seca xóchitl, sin voltear a ver a Teodora, mientras seguía cortando en silencio algunas verduras para la comida.

- ¡YA!, ¡Perdóname, si!, ¿Hasta cuándo seguirás de sangrona?, No era mi intención ser tan grosera ... Tu también reconoce que fuiste mala conmigo, ... – Se disculpó Teodora, o por lo menos eso intentaba.

- Si vas a gritar hazlo afuera, ... Estoy ocupada y aún tenemos muchas cosas que hacer. -.

- ¿Sabes qué?, ... Olvídalo, no te necesito, ... -. Con esto último, teodora salió de la cocina, pateando hojas en su camino, casi haciendo tropezar a las calaveritas que se encontraban cortando algunas hiervas que crecían en el gran patio de la hacienda.

No por maldad, ni odio, sino por frustración y un poco de orgullo, se había intentado disculpar, pero nada salía como lo había imaginado. A xóchitl le dolió profundamente las palabras de Teodora. Aun así, no estaba dispuesta a llorar ahora.

Cuando se disponía a regresar a su encargo, finado y moribunda se subieron sobre la mesa, con un pequeño ramito de flores silvestres para su amiga.

Xóchitl, tras tomar el ramito, los dos pequeños le dieron un abrazo a la indiana. Se despidieron de la chica, dieron un pequeño saltito de la mesa al piso para correr hacia fuera de la cocina, donde chuy los esperaba. Este les estiro su mano, ambos subieron y el los coloco sobre sus hombros, para luego caminar de regreso a su trabajo.

Este gesto hizo que xóchitl recuperara su buen humor.

La tarde paso lenta, todos comían en silencio. La discusión entre teodora y xóchitl ya no era un secreto para los demás. Con simples acciones o palabras, sus amigos no tardaron en saber lo que había pasado, pero decidieron no meterse. Eran cosas que ellas debían resolver.

- Y bueno, ... ¿Que averiguaron del sótano don andrés? -. Pregunto Evaristo, tratando de romper el silencio.

Don andrés le hizo un pequeño ademan con la mano, para que bajara la voz.

- ¿Vez el temblór y no te incas? -. Le regaño el alebrije, conteniéndose para no darle un buen golpe.

- No sean así, ... -. Les dijo xóchitl tratando de defender a su amigo. – Pero si, ... debemos ser más cuidadosos, ... ¿Entonces que, ... ? -.

_:: Corazones rotos pero unidos::_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora