__________ ..::Capitulo 34::.. __________

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Casi llovió toda la noche, fue constante pero lenta a la vez. De alguna forma, fue benévola con la ciudad. Algunas gotas de agua caían de las hojas de los árboles, formando pequeños charcos de agua. Fue como si la luz del día, hubiera alejado a la tormenta de la noche anterior. El cielo ya se había aclarado y un agradable aroma a tierra húmeda se apreciaba en el ambiente.

Ya se podía escuchar el cantar de algunas aves fuera de la choza. Aun hacia un poco de frio debido a la humedad del ambiente, pero apenas se notaba dentro de la choza.

La joven pareja, descansaba apaciblemente abrazados el uno al otro. Esa humilde cama de heno, había sido la cama más agradable que recordaban haber tenido en mucho tiempo. Se sentía suave y cálido estar así. La cobija que les habían regalado, había sido de gran ayuda para protegerlos del frio. Pero quizás también se debía a como leo y xóchitl, se habían mantenido juntos en un abrazo casi toda la noche.

Xóchitl fue la primera en despertar, más no se levantó aún. Miro a su alrededor con recelo, el lugar se veía un poco oscuro, pero agradable. Se sentía como un refugio de todo lo malo fuera de ahí. Había una ventana, pero esta estaba cerrada y tapada por unas contra ventanas de madera que evitaban entrar el sol. Se quedó por lo menos una hora así, recargando su cabeza en el pecho del leo. Miro su rostro con detalle, tocando leve su frente y mejillas, parecía tener mejor semblante. Se alegró al ver que parecía mejor, pero la última palabra la tendría el en cuanto despertara.

No quería despertarlo, quería que descansara su mente y cuerpo lo más que pudiera, tenían un día largo por delante. Y quizás, leo no podría salir de ahí. No sabía bien que podría hacerle el sol, ¿Derretirlo?, ¿Hacerlo polvo?. A estas alturas no sabía que esperar

Parecía ridículo, él no era un vampiro, como los de las leyendas que oía a veces contar al alebrije durante las noches junto a una fogata. Eran cosas entretenidas de escuchar para pasar el rato en la hacienda antes de dormir.

Esos recuerdos felices pasaban por mente la mente de la chica, mientras miraba al chico dormir apaciblemente. La joven indiana acomodaba algunos mechones de pelo rebelde que tapaban el rostro de leo, a la par que acariciaba sus mejillas de forma suave para no despertarlo.

Xóchitl, no pudo evitar sonrojarse un poco por las cosas que hacía. ¿En qué momento se había vuelto tan audaz con él?. Y pensar que hace unos años no quería ni que le tocara ni mechón de cabello. Y mírenla, ahí, dejándose abrazar y besar por él.

¿Se había enamorado de su captor?, Había oído de personas que pasaban por eso en situaciones de estrés o peligro, pero no tenía pruebas de que fuera verdad.

Estaba aún un poco confundida de las cosas que pasaron en las últimas horas, sentía que todo paso muy rápido. Pero no se sentía culpable y no tenía arrepentimientos por lo que dijo. Es más, se sentía feliz. Un poco más tranquila, se acurruco de una forma un tanto melosa en el pecho de leo. Podía oír perfectamente el sonido de su corazón.

Era extraño, pero le gustaba ese sonido. No sabía cuánto estuvo así, pero parecía una eternidad. Una agradable y dulce eternidad.

- ¿Qué estás haciendo?, ... -.

La chica se sorprendió al oír la voz de leo, y se sobresaltó más al sentir las manos de el abrazarla. Acariciando su espalda y cabello de forma lenta y cariñosa.

Xóchitl, noto con alegría la calidez las manos de leo. Su tacto ya no se sentía frio. La chica correspondió el gesto abrazándolo de la misma manera. Se sentía extraño, pero a la vez reconfortante para ambos.

- No recuerdo la última vez que dormí así, ... -. Dijo leo en voz baja.

- ¿En el piso?, ... -. Pregunto curiosa xóchitl.

_:: Corazones rotos pero unidos::_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora