Capítulo Ocho:
Una semana había transcurrido desde el "incidente", y no había vuelto a ver al tal Dylan, ni tuve las malditas alucinaciones de nuevo. Eso era bueno, pero el dinero se estaba acabando con el transcurso de los días y yo seguía sin encontrar un buen trabajo.
Eran las doce del mediodía y en ningún lugar habían aceptado mi currículum, estaba frustrada, y hambrienta. No lo dudé y caminé hasta el bar, las piernas me dolían, pero debía hacer un esfuerzo más, el hambre era mayor.
Al entrar al lugar, me senté frente a Ricky, -Hola Dina- me saludó alegremente, -Hola Ricky- dije lanzando un suspiro, -¿Qué sucede?- preguntó encarnando una ceja, -No consigo trabajo, por ningún lado- dije dejando caer mi cabeza en la mesada, -Pequeña Dina, ya conseguirás algo- dijo Norma al integrarse a nuestra conversación, -No lo creo- dije, -¿Qué pedirás?-, -Lo de siempre Rick-, el hombre asintió y anotó todo en un papelito que fue entregado a Peter, el cocinero, -Extra papas, ¿verdad Dina?- me preguntó, -Extra papas Pete- dije asintiendo.
-Cambia esa cara- dijo Kendall entregándome el plato con mi comida. A diferencia de todos los demás empleados, Kendall era joven, apenas había cumplido sus veinte años. -No consigo trabajo, por ningún lado, y el dinero está acabándose, no voy a cambiar mi cara- dije mirándola a los ojos, -Puedo hablar con Rose si quieres- dijo encogiéndose de hombros, -¿Hablar conmigo para qué?- preguntó la regordeta mujer, -Oh, Rose, que suerte que llegas, Dina necesita trabajo, y quería preguntarte si puede trabaja aquí- habló la castaña, -¿Cocinas Dina?- me preguntó, -Sí, sé cocinar- dije asintiendo, -¿Serás responsable?-, -Muy responsable señora Rose- dije asintiendo, -Confiaré en ti, Kendall, búscale un uniforme de su taya, Dina, empiezas mañana por la tarde- dijo sonriéndome, -Gracias señora Rose, no sabe lo que se lo agradezco, la verdad es que necesito el dinero- dije rápido, estaba muy emocionada, -De ahora en más dime Rose linda, a medida que vea como trabajas, veré cuál será tu sueldo- dijo sonriéndome, le dediqué una sonrisa ladeada y asentí, -Muchas gracias Rose- le dije por última vez, y la mujer se fue, me paré de mi asiento y abracé a Kendall, -Muchas gracias Kendall-, -No hay por qué Dina, ahora come tu comida que se enfriará, y te vienes conmigo a probar el uniforme- dijo poniendo sus manos en su cintura y meneando su cadera mientras me guiñaba un ojo, me mordí el labio inferior para reprimir una risita y negué con la cabeza, -No puedo creer que tengas veinte- dije seria, -Ya, tu eres una amargada- dijo riendo y se marchó.
Sin querer que suceda, un nudo se formó en mi garganta y al instante miré al piso, agachando mi cabeza, ella no lo dijo a propósito, pero de alguna manera, me dolió que lo dijera, porque, lo peor de todo es que tenía razón. Comí alejando esos pensamientos de mi mente y una vez que terminé, pagué, me probé el uniforme y una vez que Kendall terminó conmigo me despedí de todos, le agradecí nuevamente a Rose y salí camino a casa, no veía las horas de volver a recostarme bajo el gran árbol.
Corrí por las calles de Oklahoma ignorando el cansancio que mis piernas sentían, corrí y corrí, en cuestión de minutos llegué a mi "casa", respiré hondo y volví a correr entre los altos sembradíos sintiendo el viento en mi cara, respirando el fresco y puro aire del lugar.
Llegué agitada y me dejé caer en el suave pasto, respiré profundamente y el olor a tierra húmeda y a yuyos inundó mis fosas nasales, haciéndome sonreír levemente.
Los ruidos de la naturaleza mantenían mi mente en las nubes.
El viento comenzó a enfriarse al pasar el tiempo, los rayos de sol que se colaban por las ramas e iluminaban mi cara desaparecieron, el sonido ensordecedor de un trueno irrumpió al hermoso sonido de la naturaleza, y una gota calló justo en el centro de mi frente, haciéndome abrir los ojos al instante, me senté en el suelo y miré al cielo, se encontraba triste y gris, en segundos la hermosa vista que tenía hace minutos había desaparecido para mostrarme un paisaje realmente tenebroso.
Las gotas comenzaron a multiplicarse y de pronto llovía considerablemente fuerte, mi temor a las tormentas hizo que me pare de un salto y corra una vez más por el campo intentando llegar lo más antes posible a refugiarme.
La tierra se transformó en barro, y cada vez se me hacía más difícil correr, la lluvia no paraba y cada vez me sentía más mojada, al instante pensé en mi mochila, con mis libros dentro, y esa fue la escusa para correr aún más rápido, las hojas de las plantas chocaban contra mi cara y los constantes truenos me daban escalofríos.
Logré salir del campito y abrí mi mochila para sacar las llaves del auto y destrabarlo para poder entrar, pero estas no estaban por ningún lado, saqué todo lo que llevaba conmigo, abrí todos los bolsillos pero no había nada. Tomé mis húmedas pertenencias y las guardé debajo del auto, por lo menos ahí no se mojarían más.
Maldije unas cuantas veces y pegué un grito al cielo, cuando las cosas parecían mejorar, algo malo debía pasar. Volví a sentarme en el piso y apoye mi espalda en contra de una de las puertas del auto y comencé a llorar, a llorar de la frustración y la impotencia que sentía, cada vez que el destino tenía oportunidad me jodía la existencia.
Una bocina hizo que abriera los ojos y el mismo auto blanco y costoso con el mismo idiota que me había secuestrado unos días atrás encima, se encontraba aparcado a un lado del mío.
Dylan me miraba con una sonrisa burlona en el rostro, -¿Buscabas esto?- dijo mostrándome las llaves de mi auto. Mi mandíbula tocó el piso de lo desconcertada que estaba, ¿por qué él tenía las llaves?, -Devuélvemelas- le dije fría, -Oh, estamos de malas hoy- dijo sonriendo, me paré de mi lugar y caminé hacia su auto, apoye mis manos sobre la puerta y me agaché un poco para quedar a su altura, -Como veo que no te bastó con secuestrarme y encerrarme en un sótano, ya que ahora vuelves y tienes mágicamente las llaves que acabo de perder, creo que no va a importarte que estampe una roca en tu auto si es que no me devuelves lo que me pertenece- le dije seria, fulminándolo con la mirada, -Mira niña, ¿quieres tus llaves?, harás lo que yo te diga, asique sube al auto- me ordenó, -¡Ja!, ¿Crees que voy a hacer lo que tu digas?, no eres más que un estúpido y un cobarde-, no sabía por qué esas palabrotas salían de mi boca, tenía claro que estaba metiéndome en un terreno peligroso. El rubio solo me miró, no pude descifrar lo que pensaba, pero abrió la puerta del automóvil, lo que hiso que me corra unos cuantos pasos para atrás, él se bajó y caminó lentamente hacia mí, un escalofrío recorrió mi cuerpo, y de la nada quedé paralizada, no podía moverme, Dylan se paró detrás de mí y me tomó por las manos, sosteniéndomelas atrás de una manera extraña y algo dolorosa y me empujó para que empezara a caminar, -Veo que no aprendes- dijo con la voz ronca, -Camina- me ordenó, -No lo haré- le contesté firme, bufó y me empujó bruscamente.
No debía dejar que me pasen por encima una vez más, no, algo tenía que hacer. Pensé y pensé, y en cuestión de segundos un plan se dibujó en mi mente, pero no tenía mucho tiempo. Respiré hondo, bajé la cabeza lentamente y dejé de resistirme, -Veo que cooperarás- dijo riendo, relajé mis músculos pero a los segundos llevé mi cabeza hacia atrás golpeándole la cara a Dylan, sentí su nariz clavarse en mi nuca y seguido a eso un dolor apareció en la zona. Dylan gritó y me soltó para llevarse ambas manos hacia su cara, me giré rápidamente y le lancé una patada en el pecho haciendo que el muchacho caiga, me abalancé sobre él y lo golpeé una vez más, dándome a mí más tiempo a buscar las llaves. Tanteé en los bolsillos de su pantalón y gracias a Dios ahí estaban. Cuando quise meter mi mano para sacarlas, me tomó de la muñeca, -Debí dejarte encerrada en el sótano, con tu maldita hermana muerta- me gritó, y eso, me hizo enfadar, -Por qué no te callas- le grité golpeándolo una vez más, y otra y otra. Apenas tuve oportunidad saqué mis llaves y me levanté rápidamente, cuando estaba dispuesta a correr para escapar, el maldito me tomó del tobillo haciéndome caer de boca al piso, mi lengua empezó a doler muchísimo, y el sabor a sangre se hizo presente en mi boca. Dylan no me soltaba, y me sostenía fuerte, asique no vi otra opción a que usar mi otro pie para proporcionarle una patada en la cara, y eso hice, él me soltó una vez más y pude correr a refugiarme, rápido destrabé el auto, me subí e introducí la llave para arrancar y largarme de aquí, pero mi "casa rodante" no encendía, y el muy idiota estaba incorporándose, -Vamos por favor, arranca, arranca- le pedía a mi auto en susurros, y por suerte, arrancó. Pisé el acelerador y me bajé rápido a la carretera y conduje hacia adelante. Sentí el ruido del poderoso motor del auto de Dylan que se acercaba a mí, aceleré más aún, nunca había conducido así y menos un día de lluvia, la adrenalina que sentía en estos momentos era inigualable, si no chocaba y moría ahora, era porque por algo tenía que quedarme en la Tierra.
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Encontrarse
Teen Fiction"Dicen que a veces perderse es la mejor manera de encontrarse a uno mismo y definitivamente era lo que necesitaba en esos momentos, necesitaba dejar atrás mi pasado" Dina Geners, una adolescente llena de sueños y metas que cambia drásticamente desp...