Capítulo Once:

143 5 0
                                    

Capítulo Once:

Kendall chilló como niña pequeña y me agarró del brazo para arrastrarme hacia su habitación, abrió su guardarropa y empezó a arrojar toda su ropa fuera, -¿Qué haces?- le pregunté riendo, -Vas a ayudarme a elegir algo, y elegiremos algo para ti-.

La muchacha tomó tres jeans, un par de remeras y dos chaquetas, -Elige una- me ordenó, -No sé dónde iremos, no sé qué es apropiado-, -Cualquiera de estos es apropiado- dijo señalándomelos, -Entonces, este, con este, y esta- dije armando un conjunto, -Ve a ponértelos entonces- dijo agarrando las prendas que estaban sobre su cama, se acercó a mí y me las arrojó a la cara, literalmente, y me empujó fuera de la habitación, -Cámbiate- volvió a ordenarme y cerró la puerta de su cuarto en mi cara.

Caminé hacia la habitación del lado, cerré mi puerta y me desvestí, y me puse la ropa que Kendall me había prestado, no sabía a dónde iríamos pero ya sentía mariposas en el estómago.

Una vez ya listas, bajamos hacia las cocheras del edificio en busca del auto de Kendall, y una vez que lo encontramos y nos adentramos a él, ella prendió el estéreo y la música comenzó a sonar, arrancó el auto y salimos del estacionamiento. -Vas a volver a divertirte, Dina Geners- dijo mirándome mientras su cara se iluminaba con las luces de las calles.

-Si no quieres volver a casa esta noche, no hay problema- dijo guiñándome un ojo, -No seas desubicada- le dije riendo, -Okey, okey, yo solo decía-, -¿A dónde iremos?- pregunté por enésima vez, -No te lo diré-, -Oh vamos, por lo menos dame una pista- le rogué. Justo entramos a un gran predio asfaltado repleto de luces y personas, -Autos- dijo ella sonriendo. Y ahí comprendí, carreras de autos, ajá, ilegales.

La otra Dina se hubiera desesperado y en este momento estaría saltando por la ventanilla del auto, correría y correría hasta llegar a la ciudad sin importarle nada, y se encerraría en su habitación, muerta de miedo, pero ya no más, estaba decidida a divertirme, cueste lo que cueste, sí, pensándolo bien, la vida en prisión sería mejor que la que estoy viviendo.

Estacionó cerca de una salida de emergencia, -Es mejor venir aquí por si la policía llega, solo corres y te subes al auto, si tienes que conducir tú por cualquier situación, sigues la ruta hasta la ciudad, y luego ya sabes- me explicó mi acompañante, -No sabía que eras rebelde- le dije sonriendo, -Cuídate, pronto voy a corromperte niña buena- dijo bromeando, reí, y me bajé del auto.

Caminamos entre la gente, había personas de todas las edades, desde los dieciséis hasta los cuarenta podría decirse. –Ven, allí se encuentran unos conocidos, saludamos y nos vamos- dijo Kendall tomándome del brazo y arrastrándome hasta un grupito de chicos rudos, o eso parecían.

Nos acercamos a ellos, -Chicos ella es Dina- me presentó, -Hola Dina- dijeron todos y les devolví el saludo, se veían sexys, lo admito, pero en este momento lo que me interesaban eran las carreras, divertirme, y las carreras.

Una chica de shorts muy cortos y un sostén, que según Kendall no era un sostén, pero eso parecía, se paró entre los dos autos que competirían primero. La gente que aún no se había acomodado, como nosotras, se  dirigió detrás de la cinta de "peligro" que nos separaba de las pistas caseras. La chica de poca ropa contó hasta tres y bajó la bandera a cuadros blancos y negros y ambos autos salieron a toda velocidad, dos pantallas gigantes se encontraban instaladas en unos pilares y por allí podíamos ver la carrera a medida que íbamos perdiendo de vista a los autos.

Así pasaron uno, dos, tres, cuatro "enfrentamientos", pues así Kendall les decía, uno de los autos estacionados del otro lado de donde yo me encontraba llamó mi atención, se parecía muchísimo al mío. Decidí no darle importancia a eso, no podía ver bien la patente y había millones de autos idénticos en el mundo.

Estábamos tranquilamente alentando al chico del auto rojo, sus ojos celestes y su rostro de muñeco nos había cautivado, según Kendall, pero de un momento a otro mi querida acompañante comenzó a chillar, -¿Qué te sucede?- le pregunté riendo, -Mira quién está ahí, Dylan, es Dylan-, al escuchar su nombre me giré a ver si se trataba del Dylan que no quería ver ni en sueños, y para mi desgracia era él, -Ay lo amo- gritó Kendall atrayendo varias miradas, por suerte no se escuchó tanto, el ruido de las personas gritando hacía que los gritos de mi amiga no se escucharan tantos, rodé los ojos, -Es un cretino- dije sin querer decirlo, ella no tenía que saber que lo conocía aún, mierda Dina, mierda, -¿Lo conoces?- me preguntó frunciendo el ceño, -Emm, no, no para nada- dije negándome nerviosa, -¿Entonces por qué dices que es un cretino?- me preguntó sin entender nada, -Porque, este, em, yo, tiene cara- dije encogiéndome de hombros, ¿En serio?, ¿Tiene cara?, por qué diablos no sé mentir, -Eres más rara que yo- dijo la ojiverde negando con la cabeza.

Las carreras terminaron y eran eso de las tres de la mañana, ambas estábamos que no dábamos más, en realidad solo yo.

De camino directo al auto, divisé a Dylan cerca nuestro, y para cuando quise alejarme, el muy imbécil se dirigía hacia mí, intenté caminar más rápido pero me tomó del brazo, -¿Pretendes escaparte de mí, Dina?- me habló con su estúpida voz coqueta, -No sé quién eres, aléjate- dije soltándome de su agarre, -Oh vamos, ¿No vas a presentarme a tu amiga?- dijo tomando la mano de Kendall para besar sus nudillos, por favor, ¿En qué siglo te encuentras campeón?, -Déjala, Dina es un poco complicada- dijo Kendall encendiendo su modo puta, -Kendall, mi nombre es Kendall- dijo coqueta, -Un gusto conocerte, hermosa- dijo guiñándole un ojo.

El encanto entre estos dos fue interrumpido por el sonido de una sirena, todos empezaron a correr y tomé a Kendall del brazo para salir corriendo hasta su auto, pero Kendall se soltó de mi agarre y Dylan la tomó, estaba enojada, lo supuse. -La llevaré yo- me dijo, -Claro que no voy a dejarte, suéltala- le dije seria intentando quitarle a mi amiga, que estaba fulminándome con la mirada, claramente sabía que le había mentido -No decidirás tú- me dijo gritando, ya que todos corrían de un lugar al otro y el bullicio era grande. Cada vez se acercaban más patrullas que rodeaban las salidas, -Kendall, vamos- le rogué, -Toma las llaves del auto y ve a casa, iré luego- dijo mirándome mal, -No, Kendall estás loca, no voy a dejarte ir con este psicópata- dije gritando yo, estaba poniéndome nerviosa, y me estaba enfadando con Kendall, tenía miedo a que le hiciera algo. Mi gran amiga sacó de su bolso las llaves del departamento y del auto y me las entregó, -Te expliqué por donde salir, asique ahora sigue la ruta hasta la ciudad, y busca nuestro apartamento, nos vemos luego- dijo dejándose abrazar por Dylan quien me sonrió burlescamente y cargó a mi amiga en brazos para correr hacia el auto idéntico al mío.

Me quedé parada unos segundos como idiota viendo como mi maldito secuestrador se llevaba a mi nueva amiga a vaya saber dónde. El sonido de un megáfono hizo que saliera de mi transe, para ver como un policía corría hacia mi dispuesto a llevarme a la comisaría y detenerme, o revisarme, quién sabe.

Miré a ambos lados buscando el Fiat de Kendall, y una vez que lo divisé empecé a correr hacia él, no estaba muy lejos gracias a Dios, pero sentía al policía casi pisándome los talones. Desde lejos destrabé el auto para no perder tiempo al subir. Una vez dentro introduje la llave, lo cual me costó un poco, ya que mis manos temblaban a más no poder.

Al arrancar, miré hacia atrás para ver a dónde estaba el maldito policía -que no debería insultar, ya que el pobre hombre solo estaba haciendo su trabajo- y me di cuenta de que estaba bastante cerca, llamando a un compañero para que me persiga seguramente. Hice marcha atrás, maniobré un poco, y una vez que la salida estaba despejada para escapar, arranqué a todo lo que daba.

Al pasar unos minutos la sirena no se escuchó más, y bajé la velocidad, seguí el camino hacia la ciudad pero antes de entrar a esta, me desvié al barrio de la alta sociedad. Dylan no iba a irse con la suya, no se quedaría con mi amiga.

Estacioné a unas cuadras de la casa, seguramente sus padres no estaban, ya que había solo una luz prendida y, gracias a mi genial memoria, deduje que era la de su habitación. Pero para mi mala suerte se encontraba en el segundo piso, y no era nada fácil llegar.

Me bajé del auto y fui directo a la cajuela, rogué a que Kendall tuviera unas sogas o se dedique al alpinismo, aunque era un tanto ilógico, pero no encontré nada, bufé y me masajeé las sienes, iba a tener que escalar sin ayuda de nada.

EncontrarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora