Capítulo Dos:

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Capítulo Dos:

A la mañana siguiente la dulce voz de mi tía me despertó, -Que los cumplas feliz- me sonrió mostrándome un pastel de chocolate con unas velas en forma de dieciocho en medio, -Sóplalas- me sonrió, pero solo la miré con desprecio, -Creí que te lo había dejado muy claro ayer en la noche- rodé los ojos, -Vamos Dina, no te molestes conmigo en tu cumpleaños, levántate y desayuna así puedes ir al colegio-.

Hice lo que me dijo solo porque quería irme rápido, no quería festejar mi cumpleaños porque no, festejar para mi, significaba pasar un buen rato con familia y amigos, reír, emocionarse, estar feliz, y yo no me lo merecía ni tampoco lo quería.

Comí un trozo de pastel solo por cortesía, y me largué dando un portazo después de articular un pequeño –Gracias- para Daphne, ella me sonrió no sé por qué, solo estaba tratándola como mierda, ella debería tratarme así también, supongo que me lo merezco.

Al llegar al colegio me encontré a Felicity en la puerta, -Feliz Cumpleaños Dina- me sonrió, -Gracias- dije con la cabeza gacha y seguí mi camino a mi casillero, -Espera- gritó ella detrás de mí, hice de cuenta que no la escuché y seguí caminando pero una mano tomó mi brazo atrayéndome al cuerpo del desconocido que lo hizo, -Hola Dina- me saludó Dren sonriente, “y ahora que mi vida es una mierda te decides a hablarme” pensé, -Hola Dren- lo miré a los ojos de una manera no muy amable, aunque estaba luchando por no perderme en su verdosa mirada, sus ojos eran tan hermosos, -Feliz Cumpleaños- sonrió de lado, -Gracias- volví a repetir de la misma manera, -¿Puedes soltarme?- miré su mano tomando mi muñeca, no quería que él lo hiciera, pero el que controla absolutamente todo de mi no es mi cerebro, sino mi corazón, mi negro, solitario y perdido corazón, -Oh sí, claro- me soltó y me largué de allí, por qué todos estaban haciéndome esto más difícil.

Por fin me encontraba frente a mi casillero, puse mi clave y saqué mis libros de literatura, pero unas manos cubrieron mis ojos, -Feliz cumpleaños- cantó la voz proveniente de la persona que se encontraba impidiendo mi avance, saqué las manos de la persona de mis ojos y me giré para encontrarme con una Alice sonriente, Marcee y Fel se encontraban detrás de ella sonriendo de la misma manera, las tres me abrazaron como si no me hubieran visto por veinte años, -Me están atosigando- me quejé, -Oh vamos Dina, es tu cumpleaños, solo por hoy intenta estar bien- me pidió Marcee algo molesta, -Mi cumpleaños ya no existe, ya no merezco festejar mis años de vida sabiendo que Ashley podría hacerlo, mamá podría hacerlo, papá podría hacerlo, yo tendría que haber muerto- hablé, -Dina, tenemos un regalo para ti- dijo Alice al borde de las lágrimas ignorando mi comentario, sabía que esto era malo para ellas, -No lo merezco- susurré y me fui de allí dejándolas solas.

El día se pasó lento, como todos los días de mi vida, -Dina- me llamó Daphne, -¿Qué quieres?-, -Alice y las chicas me dejaron esto para ti- me entregó una pequeña cajita con un lazo azul, bufé y subí las escaleras, -No te vayas, la abuela está al teléfono- me avisó, ahora gruñí y bajé hasta la sala para tomar el teléfono en mis manos, -Dina- exclamó mi abuela feliz, -Abuela- dije de mala gana, -Feliz Cumpleaños princesa-, -Gracias- dije en susurros, -¿Cómo estás pequeña?-, -¿En serio quieres saber?, pues bien, mi vida es una mierda, quiero irme de aquí- esta vez hablé más fuerte, -Dina no digas eso, estuve hablando con Daphne y me comentó que ella está algo cansada, entonces decidimos que vendrás aquí conmigo a Italia- pude notar que sonreía, -Daphne se cansó de mí eh- acaté, -No es eso primor, ella necesita despejarse, tiene solo veintiocho años- susurró, -¿Cuando me iré?- pregunté, -El lunes por la mañana, empaca tus maletas y trae todo lo que quieras-, -Está bien-, -Adiós Dina- no le contesté simplemente corté y salí de la casa dispuesta a buscar mi licencia de conducir.

Me tocó un señor de unos ochenta años, esto será fácil. Me pidió diferentes cosas y luego de esto me tomaron un examen del que sabía todas las respuestas obviamente y al cabo de tres horas ya tenía la tarjetita de plástico en mis manos, creí que tardarían días en dármela, no le di importancia y corrí a mi casa en busca del Chevrolet de mamá, sin avisarle a Daphne lo saqué del garaje y salí a la carretera, “unos treinta kilómetros y a la derecha” me dije a mi misma y al cabo de unos minutos ya estaba estacionando dentro del pequeño bosque.

Salí prácticamente corriendo del auto y me adentré entre los árboles, cuando era más pequeña papá me ayudó a hacer una casita, este lugar era público obviamente pero prácticamente nunca había gente, la puerta de esta tenía un pequeño candadito para asegurarnos de que los duendes no la usurparan, saqué la pequeña llave de mi bolsillo y el aroma a tronco húmedo invadió mis fosas nasales, no me agradaba mucho ese aroma pero podía soportarlo, dentro de esta casita estaba todo como lo había dejado la última vez, no había nada, estaba igual de vacío que mi corazón, y mi vida. Salí del pequeño lugar y me encontré con el pequeño río en frente a mi escondite entre árboles, crucé el camino de piedras que se había formado en medio de este y logré llegar a las cañas, me adentré entre estas para encontrarme con la cascada y el pequeño lago al que siempre recurría en mis peores y difíciles momentos, me senté en una roca y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, -¿Por qué tuvieron que dejarme?- pregunté al viento, pero este se llevó mis palabras.

Pensando y pensando supuse que en Italia podría rehacer mi vida, pero suprimí inmediatamente el hecho de que eso pueda llevarse a cabo dado que yo no quería que eso sucediera, el destino quería hundirme y la dura Dina Geners estaba más débil que nunca y se dejaría vencer, ya no había por quién luchar.

Estaba tranquila sentada en mi piedra pero un extraño ruido hizo que me sobresaltara, miré rápidamente para todos lados pero no había nada por ningún lado, no le di importancia y seguí en lo mío, pero otro ruido entre las hojas de los altos árboles hizo que volviera a sobresaltarme, -Quién está ahí?- pregunté temblando, ya estaba obscureciendo, -Dina- susurraron del otro lado del lago, era Ashley, juro por mi abuela que esa era Ashley, -Ash- susurré, -Dina- repitió, -¿Dónde estás?- le pregunté, se me hizo un nudo en la garganta, -Dina ven a jugar- susurró, -Sí, pero dime dónde estás- dije a punto de llorar, -Aquí, ven rápido, vamos a jugar a la casita- me llamó, ahora su voz sonaba asustada, -Ashley déjame verte por favor, no puedo encontrarte- le hablé con mi voz entrecortada, -Dina debo irme, vienen por mí- susurró ella ahora asustada, -Ashley- grité, -¿Qué está sucediendo?-, -Dina ayúdame- gritó desgarradoramente, -Ashley por favor espera, dónde estás, no te puedo ver, no te vayas- grité ahora yo, los sollozos histéricos de mi hermana me aturdían, -No puedo Dina, no puedo- gritó, -Llévame contigo, llévame con mamá y papá- grité, pero no oí respuesta, ella ya se había ido una vez más, -Ashley- susurré estallando en lágrimas, no podía creerlo, estaba alucinando, estaba volviéndome loca, ¿cómo iba a estar mi hermana muerta hablándome como si nada?. Salí corriendo del lugar como si mi vida dependiera de ello, corrí y corrí pero no en dirección al auto, sino a un lado de la ruta, o mejor dicho por el bosque. Sentía los raspones bajo mi ropa pero en ningún momento le di importancia, hasta que sentí que mis pulmones ya no aguantaban y mis piernas tampoco entonces paré, las lágrimas brotaron de mis ojos una vez más como las semillas de los girasoles en la tierra y me senté con la espalda contra un gran árbol, ya era de noche, podía escuchar el ruido de los autos y veía las luces también, -Dina- escuché en un susurro, -Oh no, no de nuevo- le pedí a mi cabeza que estaba haciéndome alucinar una vez más, -Necesito escapar de esto, yo no quiero estar aquí, no quiero ir a Italia no quiero nada, solo estar sola- le hablé al cielo, y un viento fuerte hizo que las copas de los árboles que me rodeaban se alborotaran, quería escapar de todo, pero no podía quedarme en Canton, claro que no, me levanté y corrí en dirección al auto una vez más, me iría de aquí, ya no tendría que ver todas esas caras que solo me traían recuerdos.

Tenía un plan y nada iba a pararme, no a mí.

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